Primero fue una rotura de tibia y peroné. Luego, una hernia inguinal. Más tarde se quedó sin el equipo de asistencia. Y, para ajustar, ya no correrá con su compañero de mil batallas.
Para Mateo Moreno Kristiansen el 2014 ha sido terrible desde cuando participó en su segundo Dakar por Suramérica -en enero-. Restaban 300 kilómetros por recorrer en la sexta etapa, que conducía de Tucumán a Salta, y un desperfecto mecánico acabó con la ilusión: el motor de su moto se fundió y debió abandonar, pese a la ayuda de Marco Saldarriaga -con quien hacía equipo- y de otro colombiano -Juan Esteban Sarmiento-.
Las condiciones del terreno, con acantilados y las rocas, impidieron una pronta y eficaz ayuda. Figuraba en el puesto 45 de la general, consolidando la mejor actuación de un motociclista colombiano en la historia de Dakar.
Un año atrás, en el que fue su debut, había sido el primer cafetero en terminar (puesto 90).
A su regreso al país, días después, y en un intento por dominar la moto cayó y se rompió parte de su pierna. “Realmente fue un accidente buscado; me puse a molestar con la moto y tuve una infortunada caída”. Fueron dos meses sin poder caminar.
Eso fue en la estancia de su residencia en Caldas. Como fruto de ello, aún hoy quedan marcas: además de las cicatrices, permanecen en su cuerpo los cuatro tornillos reparadores del hueso. “En realidad, desde el accidente, he llevado una buena relación con ellos”, charla Mateo, quien aún sin salir de este episodio debió someterse, en octubre pasado, a una cirugía para corregir dos hernias inguinales que, al decir de los médicos, son producto del esfuerzo de la conducción de estos aparatos que pueden llegar a pesar doscientos kilos.
“Las tenía de hace rato; las iba controlando y no me quise operar antes, pero llega el momento en que no aguantás más y tuve que pasar por cirugía. Creo que aparecieron de tantos años de esfuerzo. Realmente ha sido un año muy agitado en los hospitales”, relata.
Pero no todo termina ahí, porque, pese a estos problemas de salud, Mateo no dio su brazo a torcer y, como pudo, consiguió el ingreso a la lista de motociclistas del Dakar 2015. Lastimosamente, en esta ocasión no tendrá al lado a su parcero, Marco Saldarriaga, con el que afrontó los dos Dakar previos y quien siempre fue una especie de escudero.
Sin su escudero
La decisión de encarar el tercer Dakar se tomó desde la cama y todavía en convalecencia.
“Es la parte más triste del cuento, porque nuestro patrocinio se redujo y solo hubo cupo para uno de los dos. Sin embargo, estamos súper orgullosos de sacar adelante, en un nuevo año, este proyecto con el respaldo de Coldeportes, Auteco, KTM, llantas IRC y Móvil 1, entre otras firmas”.
Lo hará, incluso, con otro equipo de asistencia, pues tampoco se llegó a un acuerdo con el grupo que los asistió en 2013 y 2014.
El 28 de diciembre sale rumbo a Argentina; el 31 tendrá las primera pruebas de ruta; el 2 las revisiones administrativas y el 4 el esperado arranque al lado de leyendas del Dakar como los españoles Marc Coma, Joan Barreda y Jordi Viladoms y el francés Olivier Pain, entre otros favoritos a ganar el capítulo de las motos. Su nombre figura en el selecto grupo de motociclistas elegidos: 168 en total (solo tres colombianos: él, Juan Esteban Sarmiento y Juan Sebastián Toro).
“Pese a todos estos contratiempos, espero hacer un buen papel. Y dejar en alto nuevamente al país. Esta vez seremos menos los representantes, pero ahí vamos. Será una carrera bastante difícil, pasaremos cuatro veces los Andes, tendremos dos etapas de maratón sin asistencia mecánica.
Mateo, entonces, será el único motociclista que llevará la bandera verdiblanco de Antioquia al Dakar
