Era tanta la angustia e impotencia que sentía Nicolás Robledo, que por un instante pensó que sus esfuerzos para llegar al Rally Dakar-2022 habían sido en vano. Tanto en el tema competitivo como mental, se encontraba, como se dice coloquialmente, perdido en el desierto. En sí no sabía qué hacer ante un posible retiro a falta de cinco días para el final.
Así lo confesó el antioqueño, el primer piloto colombiano que logró terminar en el top-10 de la competencia más dura del automovilismo mundial.
Luego de finalizar el pasado 14 de enero en la séptima posición en la modalidad cuatrimotos del certamen celebrado en Arabia Saudita, Nicolás regresó al país lleno de orgullo y con nuevos desafíos por cumplir. Ahora, en Argentina, y con la copiloto María Adelaida Uribe, en autos ligeros, compiten en el Saar 2022, el denominado rally dakar suramericano (ver paréntesis).
Robledo indica que la histórica posición que alcanzó en territorio árabe debe ser fuente de inspiración para que otros luchen por las cosas que muchas veces parecen imposibles.
“Llegar a la meta de un Dakar tiene un significado difícil de describir. Se supera todo un año de trabajo, se ve reflejado ese esfuerzo para conseguir el presupuesto necesario para estar en esa rampa de salida representando a Colombia. Es como un reconocimiento a una labor ardua de siete años, en la que pocos creyeron pero con fortaleza y convicción se logró lo que queríamos que era estar entre los diez primeros”.
Un sueño que cobró hasta lágrimas, como lo confiesa el deportista, pues estuvo a punto de abandonar la prueba.
“Fue en la etapa 7, cuando la moto empezó a tener fallas técnicas y faltaban 250 kilómetros para llegar a la meta. No sabía en qué momento la moto se me iba a apagar. Me desesperé y comencé a gritar y llorar”, relata Robledo, quien debutó en el Dakar en 2016.
“En ese instante pensé en mis hijos (Tomás, 9 años de edad, Martín, 17, Juanita, 21) y en mis padres (Marta y Felipe), quienes me enseñaron a nunca rendirme. Empecé a pensar con cabeza fría, logré tener calma y con la energía de toda esa gente que estaba pendiente de mí conseguí salir adelante”, continúa.
Para Nicolás, más allá de un buen resultado deportivo, lo más importante es superarse como persona y ser fuente de inspiración.
“Es que un Dakar es diferente, por sus altos costos para competir, por su forma de correr, es como ir a ganarle a la mente y cuerpo. El Dakar no me cambió la vida, pero sí sirvió para que la gente se dé cuenta que los sueños si son posibles más allá de los problemas que se puedan tener, eso sí, trabajando con disciplina y amor por ellos”