De la huida de Chernobyl al estrellato mundial, de llegar sin un dólar a Estados Unidos, a amasar una fortuna de, al menos, 300 millones de dólares: la tenista rusa Maria Sharapova ha protagonizado una carrera digna de una estrella de Hollywood, siendo la tenista más mediática de su generación.
Sharapova, que ayer anunció su retirada a los 32 años de edad, se dio a conocer internacionalmente cuando siendo aún una adolescente de 17 años ganó el torneo de Wimbledon en 2004. Después ganaría el US Open (2006) y el Abierto de Australia (2008) y acabaría conquistando, en dos ocasiones, Roland Garros (2012 y 2014).
Nacida en Nyagan, en Siberia, Sharapova empuñó por primera vez una raqueta cuando tenía cuatro años, en Sochi, donde sus padres, de origen bielorruso, se habían trasladado huyendo del accidente nuclear ocurrido en la central de Chernobyl en 1986.
Descubierta por la legendaria Martina Navratilova, fue animada a trasladarse a la prestigiosa academia de Nick Bollettieri en Florida, la misma en la que se formaron otros mitos de este deporte como Andre Agassi y Monica Seles.
Con siete años se trasladó a Estados Unidos (1994), acompañada únicamente por su padre Yuri y con 700 dólares en el bolsillo, por lo que su progenitor tuvo que trabajar como lavaplatos para costear el sueño de su hija, quien estuvo dos años sin ver a su madre Yelena por restricciones del visado.
Sharapova debutó como profesional a los 14 años en 2001 y dos años más tarde se metió en el top-50 de la clasificación WTA, ganando sus primeros títulos en Japón y Quebec. Y en 2004 llegó el cetro en Londres, ganando en dos sets a Serena Williams (6-1, 6-4), que la catapultó al estrellato mundial de la noche a la mañana.
Un año después se convirtió en la primera tenista rusa en alcanzar el número uno mundial, confirmado en 2006 con su segundo grande, el US Open. Pero en 2007 comenzaron sus problemas con las lesiones, sobre todo un hombro malherido y su tenis decayó y ella desapareció de torneos.
Icono publicitario
Con los años, Sharapova se convirtió en icono comercial y gran empresaria.
“La belleza vende. Sé que es en parte por esto que la gente me quiere y eso me conviene. No me voy a poner fea expresamente”, admitió. Hoy es propietaria de varias marcas de productos de lujo que le han convertido en lucrativa mujer de negocios.
En 2012 lanzó su propia línea de caramelos, ‘Sugarpova’, y durante su suspensión por dopaje se inscribió en un curso en la prestigiosa Harvard Business School.
En su nota de adiós publicada en la revista Vogue, Sharapova escribió: “Dando mi vida al tenis, el tenis me ha dado una vida. Lo echaré de menos todos los días”.