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Voy por el camino correcto: Pacho

Brillante actuación mundialista del antioqueño Francisco Mosquera, ganador de plata y bronce.

  • Hace 10 años, Mosquera debutó en un Mundial júnior en Tailandia. Levantó 216 kilos. Ayer, en ese mismo país, subió 302. FOTO IWF
    Hace 10 años, Mosquera debutó en un Mundial júnior en Tailandia. Levantó 216 kilos. Ayer, en ese mismo país, subió 302. FOTO IWF
20 de septiembre de 2019
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La vida da sus revanchas y la del pesista antioqueño Francisco Mosquera, de 28 años, y quien en su mejor momento deportivo, cuando iba a competir en los Juegos Olímpicos de Río-2018 se le atravesó una infortunada lesión de rodilla (pierna derecha) que lo dejó al margen, se las viene dando de a poquitos.

Ayer, en Pattaya, una ciudad tailandesa distante 18.174 kilómetros de Cali, lugar natural de concentración de la Selección Colombia de pesas, y cuyo viaje en avión suele demorar entre 22 y 24 largas y tediosas horas, el haltero antioqueño obtuvo recompensa el sacrificio, la disciplina y el tesón al ganar dos medallas, una de plata en el envión y otra de bronce en el total de la división 61 kilogramos del Mundial de mayores.

Con un ejercicio de 130 kilos en arranque (fallando 2 intentos de levantar 135, 6° en esta modalidad) y 172 en envión (con fallo en un movimiento, 2° en la especialidad) y 302 en el total (3°), el colombiano de 28 años, oriundo de Apartadó, consiguió plata y bronce.

El chino Li F fue el campeón absoluto levantando 145-175-318 sin fallar ninguno de los seis intentos.

“La gloria es para Dios”, gritó Mosquera, casi con rabia, al subir los 172 kilos. Nunca antes en un Mundial, Mosquera había pasado de los 170. De ahí la felicidad y el agradecimiento al Altísimo, a quien siempre lleva en su pensamiento.

Bendiciones

“Le había orado para que me permitiera tener un gran torneo. Estoy feliz porque, antes que las medallas, lo principal son mis marcas. Me demostré que sí podía mejorarlas”, manifestó el pesista ya reposando en su habitación de hotel y cuando en suelo tailandés el reloj ya pasaba de las 3:00 de la mañana.

“Me encomendé a Él, pensé en mi hijo, mi esposa, mi madre. Y me dije que estaba aquí porque he trabajado duro para superar tantos sacrificios, las lesiones. Dios me dio la fuerza para alzar esa pesa”.

En diálogo con EL COLOMBIANO, expresó que el arranque sigue siendo su pecado (y el de todos los colombianos, cuyo potencial está en el envión) y que fallar un movimiento es mortal.

“Es ir en desventaja, se pierde un intento; el que bota uno de ellos o dos, pierde; eso me pasó y ahora toca seguir trabajando con más ganas para corregir y estar mejor. Sin embargo, no me reprocho nada, hoy estoy mejor ubicado que el año pasado (superó en 3 kilos su actuación del envión, pero bajó en 5 el arranque, aunque en los 62 kg, su división natural), me monté al podio y eso indica que voy por el camino correcto”.

Y aunque revela que la prueba la terminó mareado y muy cansado, y que no tuvo tiempo de cenar por lo tarde que llegó al sitio de concentración, siente que se ha recuperado bien de todos los achaques y lesiones. “De a poco se nos va dando lo que queremos que es una medalla olímpica, esa que buscaré en Tokio con la ayuda de mi gente, Dios, el Ministerio del Deporte, el COC y el profesor Oswaldo Pinilla, quien me ha impulsado y ha creído en mí. Lo que viene ahora es trabajar más fuerte, pues la ambición sigue intacta camino a Tokio” .

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