La pecera más grande del Acuario Explora es donde el pirarucú, que ha crecido mientras los visitantes lo miran —ya mide unos dos metros, y empezó en unos 90 centímetros—, nada en 330 mil litros de agua. Es la principal, aunque desde esta semana hay una nueva, la segunda más grande: 43 mil litros de agua y dos toneladas de acrílico.
En el que es el acuario de agua dulce más grande de Latinoamérica ya hay 18 peceras. La nueva, no obstante, es la primera, la que saluda, y la que tiene una escenografía diferente. Las características de su construcción incluyeron cinco toneladas de carbón y tres pequeñas cascadas subacuáticas. “La hicimos para exaltar la diversidad de los peces”, dice Alejandro Ramírez, coordinador de vivario y bienestar animal.
Tener este nuevo espacio les tomó varios años e involucró arquitectos, diseñadores, ingenieros. Todo fue trabajo en casa, con el equipo del Acuario, aunque algunos elementos se deben importar, como el acrílico que llegó de Estados Unidos.
Un trabajo juicioso, de detalles, porque una pecera —explica Alejandro—, no es solo un cubo de agua. Es todo, es un lugar en el que van a habitar animales que hay que cuidar y darles calidad de vida. Hay que pensar, entonces, cada objeto que se va a poner, como las piedras, el agua, los troncos y las raíces, y “hacer cada cosa con experticia suficiente”. No se puede filtrar ni una gota, por ejemplo.
Los nuevos inquilinos
La nueva pecera es el hogar de 70 peces de río, por ahora, entre ellos arawanas, falsos discos, jack dempseys, peces loro, óscares, óscares albinos, terrores verdes y bocas coloradas. Muchos de ellos son de la familia de los cíclidos. Les interesaba exaltar su diversidad, cómo varían en sus tamaños y formas. Solo son de América.
“Tienen —señala el coordinador—algunas características morfológicas que los diferencia de otros grupos. Son muy territoriales y tienen varios tipos de alimentación”. Son un ejemplo de adaptación y diversidad, “de la gran cantidad de estrategias reproductivas, alimenticias y defensivas que les permiten enfrentar con éxito los cambios del entorno”, dijo Mauricio Posada, director del Acuario Explora, se lee en el comunicado.
Por eso la puesta en escena también es especial. Querían ofrecerles a los peces lugares donde esconderse y tener territorios bien delimitados —por lo de territoriales—. Incluso están esperando que las condiciones hagan que su reproducción sea más fácil. “La hicimos pensando en que tuvieran sus territorios, cómo protegerlos y defenderlos. Queríamos una pecera impactante para el ingreso, y necesitábamos tener un escenario para contar sobre la diversidad de los animales, aprovechándonos de esta familia. Generar impacto y contar sobre la diversidad de nuestros lagos y ríos”.
Los peces se están acostumbrando a su nuevo hogar, también a la dieta y a la duración de la luz, incluso a sus nuevos compañeros. No es que hayan llegado hace poco ni que el trabajo haya apenas empezado, pero es un proceso. Todos irán creciendo bajo la mirada de los visitantes.