Hasta hace tan solo cinco años nadar al lado las toninas o delfines rosados en el río Arauca, recorrer los 1.200 metros de arte rupestre de hace más de 7.000 años en El Guaviare o contemplar en el Cocuy la masa glaciar del país era casi que una utopía.
Por años, esos tesoros naturales y otros más en gran parte del territorio de Colombia estuvieron vedados a los turistas, todo por cuenta de temas como la seguridad, el conflicto armado y la presencia de grupos armados ilegales en esas zonas.
Cuenta el guía profesional de turismo Milton Niño, desde San José del Guaviare, que en esa ciudad, por ejemplo, no se podía ir más allá de 30 minutos del casco urbano por una restricción impuesta por los alzados en armas, pero hoy la situación es totalmente distinta, aclara Niño, y dice que desde que se firmó el Acuerdo de Paz (2016) los turistas volvieron a recorrer los senderos, internarse en la selva, bañarse en los ríos, redescubrir muchos de esos destinos que la violencia tenía escondidos.
Carlos Mario Tamayo, subdirector de sostenibilidad de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNNC), certifica esa realidad con cifras: en 2016 los parques recibieron 1.446.673 visitantes, mientras que en 2019 el dato es de 1.924.454, lo que marca un crecimiento del 33 % de turistas en cuatro años. Los más visitados, en ese período, han sido Corales del Rosario (1.246.983) y Tayrona (458.755).