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El club de jazz que se volvió popular gracias a La La Land

  • El trompetista Ronald Baker en Le Caveau de la Huchette. FOTO cortesía a EFE de Le Caveau de la Huchette
    El trompetista Ronald Baker en Le Caveau de la Huchette. FOTO cortesía a EFE de Le Caveau de la Huchette
21 de febrero de 2017
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Una breve aparición en la película La La Land transformó el histórico club de jazz parisino Le Caveau de la Huchette en un lugar de peregrinaje para amantes de este musical venidos de todo el mundo.

El club era ya un sitio de referencia del jazz en la capital francesa, y desde su apertura en 1946 ha acogido a clásicos como el trompetista Ronald Baker, el baterista Duffy Jackson o la cantante Nancy Holloway.

Sin embargo, un minuto al final del romance que protagonizan Ryan Gosling y Emma Stone popularizó el local.

“Chinos, alemanes, norteamericanos, cada vez vienen más”, explica satisfecho a EFE Dany Doriz, el propietario, que calcula en un 25-30 % el incremento de público desde que La La Land se estrenó en la gran pantalla.

Irónicamente, en la cueva subterránea en la que cada noche músicos de todo el mundo dan vida a las melodías más populares del jazz no se gritó jamás el famoso “¡acción!”.

La imágenes que aparecen en la película son una reconstrucción del local hecha a partir de fotografías, en la que las paredes y el suelo del mismo, si bien reconocibles, aparecen pintadas de rojo.

La productora les contactó por correo electrónico, solicitó algunas fotos y la posibilidad de explotar el nombre del club “sin dar muchos más detalles”. Duriz asegura que hasta el estreno no sabía que eran para “La La Land”.

Le Caveau de la Huchette, que además de sus conciertos nocturnos ofrece clases de swing por las tardes, cuenta como elemento característico con una pequeña pista de baile enfrente del escenario en la que decenas de parejas bailan al ritmo de la música.

Precisamente por ser “el único bar de jazz del mundo donde la gente puede bailar”, la productora estadounidense lo eligió, piensa Doriz, que afirma que “ni en Estados Unidos quedan sitios así”.

Curiosamente, la historia del propio Doriz, músico de jazz durante los sesenta, setenta y ochenta hasta que compró el club, coincide con la del protagonista masculino de la película, el pianista Sebastian, que también persigue el sueño de montar un club de jazz.

La masiva llegada de público internacional ha alterado de alguna manera la vida de Le Caveau de la Huchette, en el que el propio espacio refleja la división entre el público tradicional y los amantes de la película.

“En este extremo se sientan los de siempre -precisa a EFE Tahina, una de las habituales del local, mientras señala dos bancos de madera situados a la izquierda de la entrada- el resto de gente que ves son turistas, y nunca ha habido tantos”.

Pese a venir de los cinco continentes, todos los recién llegados tienen en común su admiración por la película del joven director Damien Chazelle.

“Adoré la música de la película, y es por eso que he venido aquí, para experimentar el jazz del filme”, confirma a EFE Jungrae Kim, una turista coreana que poco después se lanza a la pista de baile.

Más allá de la popularidad que ha otorgado a Le Caveau de la Huchette, la película, según coinciden el propietario Doriz y el público del local, presta un enorme servicio al jazz, que este año reclama un papel protagonista en el mundo de la gran pantalla

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