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Barack Obama en el reality Salvajemente famosos de Bear Grylls

El presidente de E.U. participó en el show que presenta Bear Grylls.

  • Bear y Obama en Alaska. “Dejamos de lado el ego, somos comunes y corrientes”. FOTO cortesía
    Bear y Obama en Alaska. “Dejamos de lado el ego, somos comunes y corrientes”. FOTO cortesía
10 de enero de 2016
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En uno de los territorios más agrestes y con más vida salvaje de su país y del planeta, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pondrá a prueba sus conocimientos en asuntos de supervivencia en el capítulo estreno de la nueva temporada de Salvajemente famosos, conducido por Bear Grylls, en Discovery Channel.

Grylls, nacido en Irlanda del Norte, en el Reino Unido, es conocido en el mundo del entretenimiento por ser aventurero y por poner a prueba, ante las cámaras, su capacidad para sobrevivir en condiciones ambientales extremas.

Esta vez, el presentador estará acompañado de Obama, quien por supuesto no pondrá su vida en peligro, como sí le ha pasado a Grylls en numerosas ocasiones, pero tendrá retos como hacer fuego, escalar árboles, atrapar un salmón en un río y luego prepararlo, entre otras actividades.

“Una de las principales razones por las que quiso hacer esto es porque realmente deseaba ver algunos de los efectos del cambio climático en primera persona, y él es padre y quiere preservar el planeta para el futuro de sus hijas, y yo deseo exactamente lo mismo. Me paso la vida recorriendo el mundo y estos entornos naturales y veo de cerca la dura realidad del cambio climático”, indicó Grylls.

El capítulo estreno será el próximo jueves 14 de enero .

¿Quién acompañó a Obama en su aventura por Alaska? ¿Qué comió? ¿Cómo le fue escalando árboles? Estas y otras preguntas las resuelve a continuación Bear Grylls, presentador de Salvajemente famosos, que el próximo jueves estrena temporada con la presencia del Presidente de Estados Unidos.

¿Cuál era la preocupación del Presidente Obama y qué fue lo que hizo que deseara estar en el programa?

“En realidad, fue la Casa Blanca la que nos contactó para consultarnos si consideraríamos la posibilidad de llevar al Presidente Obama en una aventura a Alaska. Pensé que era una broma. Pero seguimos adelante y, como todos saben, el episodio se hizo. Evidentemente siempre hay obstáculos por el camino cuando se intenta que todos estén felices y satisfechos, incluido el Servicio Secreto, el equipo presidencial y todo lo demás. Pero lo hicimos, y es un episodio del que estoy orgulloso y no hay duda de que este es el punto más alto de nuestros viajes”.

¿Cómo fue la participación del Servicio Secreto en este episodio? ¿Cuáles fueron los escollos que tuvo que superar con ellos?

“Creo que inicialmente el Servicio Secreto fue bastante precavido porque su trabajo es cuidar la seguridad del Presidente. Como se imaginarán estas cosas salen de sus patrones normales de actividad, de modo que quisieron hacer las cosas de la manera más segura y directa posible para su tarea.

Al principio, hubo una especie de retroceso. Pero creo que ni bien todo nuestro equipo estuvo reunido (con ellos en el terreno) y vieron que muchos integrantes eran exsoldados o personal del Reino Unido, allí se produjo una gran conexión y todo se redujo a hablar de las rutas que deseábamos hacer y a verificarlas, así como cada etapa que yo iba a hacer con él y luego iniciar el proceso de planes de evacuación por si alguien sufría alguna lesión y todo ese tipo de cosas.

En un comienzo yo pensaba que iba a haber cinco o seis hombres del Servicio Secreto con nosotros, pero terminaron siendo unos 50. Hay todo un equipo completo de corresponsales de prensa y también la persona que aprueba que come o bebe el presidente. De modo que es un grupo grande de gente que tiene que movilizarse acompañado por un helicóptero en el aire.

En el tiempo que pasó con el Presidente, ¿hubo algún momento que lo haya impresionado más o algo que se destacara como un momento memorable?

“Para mí hubo dos momentos. Uno fue cuando estaba parado a orillas del río esperando... después de un largo viaje para llegar hasta allí; hasta ese momento habíamos filmado desde el helicóptero y ahora estaba finalmente con los pies en la tierra. Fue todo muy frenético. Volar desde el Reino Unido la noche anterior y ahora estar allí. De pronto, todo se quedó quieto mientras yo esperaba a orillas del río y veo a todo el Servicio Secreto y a los francotiradores apostados alrededor de la montaña con los helicópteros en el aire y recuerdo que pensé: ‘¡Guau! Estoy realmente muy nervioso’.

Creo que, al final, lo que realmente sobresalió para mí fue esa pequeña acción que hicimos de rezar juntos y es gracioso porque es algo muy íntimo pero nos pusimos a hablar de la fe y él recordó que uno de sus grandes héroes es el Presidente Lincoln, quien alguna vez dijo que si una persona no es religiosa cuando todo empieza, seguramente lo será al final. Es sencillamente sublime... nos hace poner de rodillas”.

¿Cómo aconsejó al Presidente que se preparara para esta caminata tanto a nivel mental como físico?

“Creo que fui yo el que necesitó una preparación. Pienso que una de las cosas que aprendí es que él es una persona increíblemente segura a la hora de embarcarse en situaciones muy diferentes. Recuerdo que inmediatamente después de encender el fuego le dije: ‘Es asombroso que usted sea bueno en todo. Porque a la gente común y corriente normalmente le lleva horas hacer esto. Usted es naturalmente bueno haciéndolo’.

En este sentido, todo lo que le dije fue que nos acompañe, que venga con el equipo más pequeño posible considerando que se trata del presidente y que confíe en que nosotros lo íbamos a cuidar cuando estuviéramos en nuestro entorno natural, y le aseguré que íbamos a divertirnos y creo que no hay duda de que tuvo esa percepción de que sencillamente deseaba que fuera un día divertido para él y por esa razón, como dije antes, fue maravilloso escucharlo decir al terminar que había sido uno de los mejores días de su presidencia”.

Es divertido que usted mencionara que estaba rodeado por unas 50 personas y que una de ellas probaba la comida. ¿Esta persona realmente probaba todo lo que usted preparaba antes de que el Presidente lo hiciera?

“Creo que quería hacerlo pero no lo hizo. Me dijo: ‘¿Qué va a darle de comer?’. Mínimamente voy a tratar de darle algún pescado durante nuestra travesía. Entonces, él levantó la fuente de diferentes pescados que había preparado porque su plan era que el Presidente comiera lo que él preparaba, y lo mismo sucedió con el agua. Me preguntó: ‘¿Hará que beba el agua y la orina?’, porque al Presidente nunca se lo filma mientras come o bebe. En ese momento pensé que iba a ser una pesadilla pero logramos sacar el tema adelante.

Cuando vi ese salmón medio mordido, empecé a cocinarlo y en ese momento estábamos charlando y le di un pedacito y mire un poco por encima de su hombro y estábamos felices con nuestra conversación, mientras el Presidente masticaba y compartíamos una botella de agua y también el té hecho de frutos silvestres (candelillas) que recogimos por el camino y, en ese momento, él dijo: ‘Eso podría haber sido venenoso’. Pero además esta persona que probaba su comida tenía un costado divertido después de todo”.

¿Hubo actividades que estuvieron más allá de los límites con el Presidente?

“Nosotros anunciamos lo que íbamos a hacer allí. De modo que hay una gran petición en la Casa Blanca que dice: ‘Usted tiene que hacer que el presidente tome su propia orina’. Y yo nunca le pediría a usted que haga eso. Y fue gracioso porque tuvimos una conversación sobre eso, en el sentido de por qué son famosos por tomar mi propia orina. Y lo que él quería era entender la ciencia que lo respalda. De modo que fue graciosa la conversación sobre cuándo la orina es buena y cuándo es mala y de cómo estas frutas silvestres pueden generar flatulencia en la gente. Yo creo que el humor escatológico relacionado con el inodoro y el baño es siempre un gran nivelador. Y él es padre. Va a entender eso” . n

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