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La experiencia de dormir dentro de una barrica de tequila, copia fiel aunque agigantada de aquellas donde se añeja la tradicional bebida mexicana, es la insólita propuesta de un hotel que funciona dentro de una fábrica del destilado, justo en el pueblo que le da nombre.
El hotel, que opera desde hace 18 meses, está conformado por 34 gigantescos toneles de unos 7,2 metros de largo por 4,8 de diámetro emplazados en medio de un campo de más de dos hectáreas donde crecen árboles de agave, planta nativa mexicana que es la materia prima de la bebida.