A comienzos de año, Fabián Puerta tenía que entrenar en la calle esquivando volquetas, buses, camiones, motos y hasta transeúntes porque no tenía un velódromo dónde prepararse.
Al de Medellín le hacían adecuaciones y solo en marzo pudo volver a pisar el maderamen.
Ayer, cuatro meses después, terminó quinto en los Olímpicos de Río, un resultado que habría sido mejor si los jueces hubieran hecho cumplir las normas.
Pese a las limitaciones que tuvo, Puerta, que hasta en el patio de la casa y en el gimnasio de la Liga de Ciclismo Antioquia hacía rodillos, nunca cerró sus opciones de figurar. Al contrario, abrió su panorama y se llenó de más valor para mantener la forma que lo llevó a ser el número uno del keirin mundial.
Así lo demostró ayer en la...
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