Resulta y acontece que en 48 horas sí se pudo hacer lo que fue imposible en veintitantos intentos. 485 días. 485, no se les olvide, cifra que pasará a la historia, el eterno tiempo para nombrar Fiscal General de la Nación.
¿Razones? Todas las que quieran: que los ternados no eran penalistas, que ningún magistrado cedía, que se había llegado a punto muerto, en fin. Pero no, de un momento a otro, la votación se hizo en tiempo récord. Bastó con la presentación de los nuevos ternados, un cambio en el esquema de votación (que, de haberlo hecho antes, Margarita Cabello podría haber sido nombrada Fiscal) y de pronto, ¡voilà!, Habemus Fiscal.
Si bien el nombramiento de Viviane Morales cierra este nefasto capítulo de la justicia en Colombia, en el fondo, deja una gran incomodidad. Por más que se supere el impasse, la Justicia en este país se convirtió en el nudo gordiano de polémicas. Me incomoda de sobremanera que sotto vocce se diga que hay divisiones al interior de la CSJ.
¿Dónde está entonces la independencia de los magistrados que tienen que fallar y conceptuar técnicamente en derecho? Me choca sobremanera ese tufillo de chantaje que se orquestó con el cambio de ternas ¿o es que los postulados anteriormente eran incompetentes? Me molesta no haber tenido fiscal en propiedad por tanto tiempo.
¿Cuántos desajustes institucionales y administrativos no se causaron con la interinidad? Me molesta, y mucho, que las declaraciones de algunos implicados en el tema estén llenas de adjetivos que terminan politizando las discusiones ¿o se les olvida aquellas declaraciones en las que el presidente de la Corte, Jaime Arrubla, afirma que Panamá privilegió al victimario sobre la víctima, las cuales, para muchos, abrieron un boquete gigantesco para justificar el asilo de la imputada María del Pilar Hurtado?
Como ciudadano del común quisiera que los magistrados fueran esa figura inmaculada, casi que religiosa. Que cuando hable la Corte, se sienta aquello de " Roma Locuta, causa finita ". Pero que no polemice como lo hace actualmente, porque nada peor y más incómodo y aburridor que sentir la politización de un magistrado. El ideal de cualquier ser humano es tener esa figura de la justicia como lo que es: una esculturita con los ojos vendados -símbolo de la imparcialidad al resolver- cargando la balanza.
Pero al paso que vamos, y con el respeto de todos los que hacen bien su tarea y son justos y ecuánimes, vamos a terminar viendo a la Dama de la Justicia con un parche de pirata.
El magistrado Arrubla les dijo la los medios después de la elección de Fiscal: "esta Corte le cumplió al país". Yo le digo, como ciudadano, que le cumplió a medias, porque falta corregir lo otro. Quiero ser optimista sobre el futuro de la justicia.
A la Fiscalía llega una buena mujer, esperemos que no se queme y a la Corte, pidámosle que le llegue la iluminación divina para que reflexionen frente a la forma como han manejado muchos de los asuntos trascendentes del país y se dediquen única y exclusivamente a hacer jurisprudencia.
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