No sé cómo decirle, amigo o enemigo Vladimir. Para unos usted fue un salvador y para otros un enemigo público. O sea que fue parte y contraparte.
Pero nada de esto viene al caso, que ya para gustos y disgustos estamos buenos.
Lo interesante es que (como ahora ando por Suiza) pasé por la casa que habitó aquí en Zurich. Es una casa amplia de varios pisos, al estilo del siglo IX, que queda en la parte alta del río Limmat.
Un aviso en alemán dice que usted escribió buena parte de su teoría revolucionaria en esta casa, que en este momento es un almacén (creo que de perfumes) donde, en la vitrina de los bajos, lucen un busto suyo que cambia de rojo a verde.
La primera impresión es que su figura es la de un semáforo con cachucha y cabeza grande, cosa que no es de extrañar porque su familia estaba muy mezclada con los mongoles de la estepa rusa.
Cerca a su casa hay una fuente de la que la gente bebe. Se dice que estas aguas son curativas y hasta sirven para asuntos de amor o al menos de enamoramientos furtivos, que como prueba sirven. Las versiones no son claras. Todo depende de la intención del que bebe. Lo cierto es que como metáfora, la fuente es interesante: beber de las aguas claras siempre tiene clientela. En las aguas sucias o verdosas, no, y los avisos de prohibido beber son claros a pesar de lo oxidados. Así, que amigo o enemigo Vladimir, pasa uno por su casa y se le ocurren cosas. O se las cuentan.
Como por ejemplo que usted desistió de hacer la revolución en Suiza porque la gente aquí hablaba despacio y hacía una pausa grande entre frase y frase. O sea que pensaba antes de hablar y oía, claro. Esto no le gustó a usted.
Los cambios radicales de ideología, como dice Sandor Marai en su diario, le interesan poco a la gente. La mayoría lo que quiere es vivir mejor, tener qué comer, mantenerse de buena salud, saber algo importante y divertirse un poco.
Los suizos escogieron esta opción y usted se fue, en un tren especial, con su maletín a Rusia. Lo que allí sucedió ya se sabe. Su teoría produjo un Stalin, así como la contrateoría creó un Hitler.
Usted, entonces, quizá como una premonición, Vladimir Lenin, terminó con un busto que cambia de colores en la exhibición de vitrina de una perfumería (o juguetería). Del verde al rojo y del rojo al verde, para quien mira un poco asombrado esa revolución cromática que propone el almacén. Bueno, la casa se mantiene en pie, igual que la fuente. Y ambas son lugares decentes. Cosa de no creer.
Vladimir Ilich Ulianov, apodado Lenin por haber nacido cerca del río Lena, también tuvo el alias de Nikolai. Nació en Rusia en 1870 y murió allí en 1924, después de haber logrado la revolución bolchevique, que es un marxismo mal acomodado en un mundo campesino. Es proverbial la capacidad incendiaria en todos sus escritos.
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