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A "Pacho" Santos, el hincha

07 de octubre de 2009
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Estimado Vice:

Me place saludarlo. Lo vi hace quince días en El Campín, en la noche aquella en que todos los Santos juntos (hablo del otro santoral) se aliaron para que el Atlético Júnior no nos mandara a la casa con el rabo entre las piernas. Aunque la garra santafereña puso lo que sabemos para que no nos fuera como sabemos.

Bien, quisiera seguir hablando de eso que tanto nos gusta, pero hay realidades que no se pueden soslayar. Y la realidad, Vice, dice que el fútbol está poniendo más muertos que goles y algo hay que hacer. Vea, en 48 horas, las que transcurrieron entre el domingo 27 de septiembre y el lunes 28, tres muchachos fueron asesinados por llevar puesta una camiseta, o, peor, por no llevarla.

Déjeme contarle: a Julián Andrés Morales, 22 años, estudiante de cuarto semestre de sociología, lo lincharon en Marmato, Caldas. Fueron unos ochenta muchachos (quién sabe cuántos niños entre ellos) porque lo vieron con una camiseta de Nacional. Ellos, que llevaban puesta la del Medellín, no se lo perdonaron. Tengo en mi poder la foto de cómo quedó el cuerpo de Julián Andrés, envuelto en el verde que le dio tantas alegrías, rasgado por la cobardía y el salvajismo.

Y si usted ve en la prensa el rostro casi infantil de Michael Damián Neisa va a sentir el dolor, la rabia y la impotencia que transmitía su madre, mientras esperaba en la morgue. A Michael lo mataron por la simple sospecha de ser de Millos. Vivía al sur de Bogotá. Iba todos los días a recoger a su novia a la salida del colegio. Unos que se dicen hinchas de Santa Fe, que no lo son ni lo serán jamás (como no lo son de ningún equipo aquellos que matan, destruyen, intimidan y roban a nombre de un equipo de fútbol), lo acuchillaron y se llevaron como trofeo la bicicleta en la que se negó a huir, porque prefirió plantar cara y defender a su novia.

Eso ya sería suficiente, pero no hay que olvidar a Juan Carlos Salinas. Estaba con unos amigos, como se está a los veinte años, hablando de novias. Uno de ellos tenía camiseta del Deportes Tolima. Entonces pasaron en un bus los bárbaros, disfrazados con camisetas del Cali (que no son del Cali. Son nada más que eso, bárbaros, aunque tampoco conocen la definición de bárbaros, porque este Estado, y ese es otro tema, también es responsable de que sean eso y lo sigan siendo, bárbaros). Pasaron, vieron la camiseta del Tolima, se bajaron y los corrieron. Juan Carlos trató de escapar. Y en esa persecución, cayó por un desfiladero.

Podría ser más, pero dejemos ahí. Vice: uno entiende que el tema de la seguridad ciudadana anda manga por hombro. Que en Cali fueron asesinadas 11 personas en apenas dos días de la semana pasada. Y que en Medellín el ajuste de cuentas entre delincuentes ha obligado a tomar medidas urgentes. Y que en Bogotá crece el número de homicidios, pero no hay que relegar la atención que merece la violencia en el fútbol.

No más desplazamientos en buses de hinchas de una ciudad a otra. No más hinchas visitantes en partidos de alto riesgo. Identificación plena, carnetización o demás, de quienes siguen a los equipos. La ley que aprobó el Congreso pone toda la responsabilidad en el terreno de los equipos, pero el asunto es de orden público y, sobre todo, de educación.

¿Cuando hagamos el Mundial Sub 20 en 2011, por el que usted trabajó, vamos a tener solucionado este problema? Porque sería malísimo esconderlo bajo la alfombra y despertar a la realidad a la vuelta de semanas.

Estimado Vice: Muchas gracias. Nos vemos en El Campín.

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