Querida y admirada doctora Ángela. Utilizo la palabra admirar no para echarle flores o valerme de intereses escondidos. Ese tipo de bacterias no me carcomen y estoy en una edad en que en lugar de podrir al alma, me la limpio. Así que vuelvo a la palabra admirar, que la entiendo como tener a alguien en calidad de modelo del buen vivir y el buen hacer, o sea, del bien ser. De muy poca gente se puede decir esto. En estas tierras prosperan más los sumarios que las honras bien habidas (es una peste loca que Tomás Carrasquilla y Fernando González denunciaron en oídos sordos). Pero no es su caso. De usted interesa la cantidad de humanidad que acumula, su interés por la buena ciencia (la que nos permite vivir mejor) y su enorme calidad como investigadora con más reconocimiento internacional que nacional. D's sabrá las razones y es mejor callar estas cosas. Ya lo dice Buda: no ver el mal ni hablar mal ni sentir lo malo. Todo eso es dolor.
El CIB (Corporación para la Investigación Biológica), entidad que usted lidera, está por cumplir 40 años. Y aquí (como dicen las señoras) es donde está la gracia, que no es un centro de investigación de nombre sino de acciones. Allí, con la persistencia y seriedad que usted ha imprimido, se investiga sobre la diversidad biológica, la micosis (hongos que dan en las plantas, el ganado y los hombres y mujeres), el control de la tuberculosis (enfermedad que ya debía haber desaparecido pero que en el tercer mundo se cría en el terreno abonado de la pobreza), entre otros. Pero es un hongo, el paracoccidioides brasiliensies, el que le ha dado a usted el renombre científico que tiene. Este bicho (si es que a un hongo se le puede decir así) es propio de esta parte de la tierra y mata.
Trabaja, usted, entonces, sobre una forma de vida peligrosa para las personas de la zona cafetera de Colombia y su radio de acción. Un hongo que puede incubar hasta 30 años en un hombre y luego matarlo. Ya lo decía Alexander Humboldt, el mundo por estos lados es distinto y les toca a ustedes investigarlo. Bueno, usted ha encarnado el ideal de Humboldt: ha creído en estas tierras, en el potencial de la gente que estudia para dejar huella de saber. Ha tenido el valor de persistir en la investigación y de crear ciencia de alto nivel para un país en el que la pregunta que se le hace al que va a estudiar una carrera o un oficio es ¿Y eso sí da plata? Yo creo que el estudio del paracoccidioides brasiliensies no da plata sino algo más: vida. Y esto es lo que me admira de usted.
Ángela Restrepo Moreno, científica antioqueña (microbióloga) que trabaja entre médicos y biólogos sabios. Y que debido a toda la humanidad que acredita, no ha caído en las trampas de la soberbia (que es el terreno de los mediocres). A la doctora Ángela le gusta la ópera y comer bien. Y se mantiene más parada que sentada.
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