Las más grandes operaciones en la historia de la inteligencia militar y policial colombiana han sido Fénix, Jaque y Camaleón. Recordar esas operaciones llena de orgullo a la mayoría de colombianos, y afianza las tesis de Seguridad Democrática.
Fénix, en febrero de 2008, permitió dar de baja al terrorista Raúl Reyes , acceder a valiosa información sobre las actividades criminales de las Farc, y desenmascarar la colaboración económica, diplomática y política de ciertos sectores en Ecuador y en otros países con el grupo narcoterrorista.
¿Cómo olvidar la intervención del Presidente Uribe en Santo Domingo, cuando arrinconó a Chávez, Correa y Ortega? ¿Cómo olvidar la cara de odio de Correa por haber sido expuesto ante el mundo?
Jaque, el 2 de julio de 2008, le dio la libertad a Íngrid Bentacourt, a tres ciudadanos norteamericanos y a once integrantes de nuestra fuerza pública, quienes llevaban una gran cantidad de años sometidos al sádico suplicio del secuestro. Esta operación fue quirúrgica en lo táctico y brillante en inteligencia y contrainteligencia.
Recordemos que, desde seis meses antes de la operación, la inteligencia militar colombiana había logrado interceptar y suplantar las comunicaciones entre los terroristas Jojoy y César. Es cierto, se utilizaron emblemas de la Cruz Roja y de Telefarc (perdón, Telesur). Pero valió la pena.
Camaleón, en junio de 2010, dio la libertad al General Mendieta, al Coronel Enrique Murillo, al Coronel William Donato y al Sargento Arbey Delgado. Fue una operación perfecta y limpia. Varios comandos de fuerzas especiales se infiltraron en la selva, para luego arrastrarse lenta y estoicamente durante un mes hasta llegar al campamento terrorista y ejecutar la liberación.
En fin, tres operaciones que posicionaron a nuestro Ejército y Policía dentro del escalafón de los mejores del mundo. Tres operaciones que son emblema de la doctrina de Seguridad Democrática que Colombia no quiere perder.
Desafortunadamente, ya comenzó la estrategia agazapada de ciertas fuerzas oscuras (¿la mano negra de la izquierda?) por derrumbar lo que lograron, significan y representan estas operaciones.
Lo primero fue el llamado a juicio de una corte de Sucumbíos en Ecuador a todos los generales que comandaron la Operación Fénix. Así es, esa corte quiere enjuiciar a los héroes que liberaron por siempre a Colombia del criminal Raúl Reyes.
A los pocos días aparece un documental en donde supuestamente se demuestra que la Operación Jaque no fue una operación de la inteligencia militar colombiana, sino el resultado de un pago de 100 millones de dólares a los terroristas Césary Gafas para que entregaran a Íngrid y los demás secuestrados.
Mejor dicho, según el documental, en la Operación Jaque lo único que hizo la inteligencia colombiana fue pintar los helicópteros, aprender a hablar con acento australiano y llevar (no se sabe a dónde, ni cómo) la medio bobadita de 100 millones de dólares, para que este par de terroristas (hoy extraditados) pudieran pasar a feliz retiro. Esa no se la cree nadie, pero hace parte del complot por derrumbar el clímax de la inteligencia militar de este país.
Dentro de poco, algo se inventarán para desprestigiar la Operación Camaleón. Seguro dirán que fue un montaje del régimen de la Seguridad Democrática y que los oficiales liberados en esa operación son unos dobles maquillados. Ya nada debe extrañar. Las fuerzas del terror harán lo que sea hasta que no vean sepultados todos los logros de la Seguridad Democrática.
He ahí su consigna: desprestigio a los logros de Uribe y cárcel para su equipo. Sólo así podrán llegar hasta él. Y sólo así podrá respirar tranquila, una vez más y quizá por décadas, la oscura fuerza del narco terror.
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