El comunicado que Luciano Marín, alias "Iván Márquez" leyó el lunes pasado a la entrada del Centro de Convenciones de La Habana, delante de 143 periodistas de 42 medios de comunicación de 16 países y, claro está, de su enorme y folclórica comitiva de narcoterroristas que también están de turismo y promoción en la isla de los Castro, en el que anunció "cese de toda clase de operaciones militares ofensivas contra la Fuerza Pública y los actos de sabotaje contra la infraestructura pública y privada" hasta el 20 enero próximo, fue el aguinaldo con el que los criminales de las Farc pretendieron seducir al pueblo colombiano.
Una tregua navideña como estrategia para tratar de disipar ese sabor tan amargo que dejó el discurso de alias "Iván Márquez" en Oslo, para atajar el creciente escepticismo y, lo que es más grave todavía, el inmenso rechazo que está suscitando el proceso de paz por cuenta de sus soberbias, falaces y cínicas afirmaciones.
Factible además, que tuviera también el propósito de incentivar al gobierno para que este hiciera lo mismo.
Sin embargo, como la mayoría de los colombianos ya no les comemos cuento porque estamos familiarizados con sus artimañas y sabemos que las únicas promesas que ellos ejecutan con firmeza son aquellas que amedrentan y someten a la población civil, como por ejemplo: el castigo por el no pago de vacunas o de los mal llamados impuestos, o bien, por el desacato a una orden de paro, etc., no hubo sorpresa alguna al saber que, a pesar del anuncio de cese unilateral de fuego, seguían como de costumbre delinquiendo a sus anchas.
Ataque del sexto frente de las Farc con tatucos (granadas hechizas rellenas de puntillas, tornillos y trozos de hierro, que han matado cientos de civiles), contra unidades del Ejército que patrullaban la vía entre Caloto y Corinto (Cauca), sin tener en cuenta la cantidad de civiles que estaban cerca; asalto del frente 36 en Tarazá (Antioquia), con carga explosiva accionada por tele mando, contra un grupo de soldados y, menos sorpresa todavía, el derribamiento de las torres de energía 220 y 230 de Interconexión ISA (también en Antioquia).
Ahora bien, las declaraciones entregadas por los recién desmovilizados alias "Gonzalo Góndola" cabecilla del frente Abelardo Romero y su compañera sentimental alias "Yaira," en las que cuentan que las órdenes recibidas del estado mayor de las Farc fueron "evitar confrontación directa con la Fuerza Pública, andar de civil en grupos pequeños y recurrir a las emboscadas y actos terroristas", sirvieron para certificar que el espléndido aguinaldo que con bombos y platillos nos ofrecieron los narcoterroristas, no era más que otra de sus argucias.
De todas maneras y, muy a nuestro pesar, hay que reconocer que, gracias a la incapacidad del Gobierno para hacer respetar lo pactado en los "diálogos exploratorios" donde quedó consignado el acuerdo de discreción y confidencialidad del proceso, y a los medios de comunicación que les están siguiendo el juego, las Farc continúan dando certeros golpes de opinión, sobre todo, ante la comunidad internacional.
En las escasas ocho horas en que lograron mantener la mentira del cese el fuego, ejecutaron parte de su pérfida estrategia política: dejaron constancia ante el mundo de su magnanimidad, postura afianzada luego con la entrega de los cuatro ingenieros chinos que desde el año pasado tenían en su poder y que, curiosamente, fueron entregados a la Cruz Roja "por unos señores vestidos de civil".
Por cierto, repitieron aguinaldo, porque esta tregua navideña es igualita a la que nos habían regalado por allá en épocas del Caguán, la única diferencia es que en ese entonces sí consiguieron ilusionarnos.
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