Pues podrá Paul acertar los resultados del fútbol, pero no es un mago. En cambio un colega suyo, por llamarlo así, sí. Y desaparece como por arte de magia.
Le funciona tanto su estrategia que parece importarle un bledo la presencia de sus enemigos. Sí, es el pulpo imitador de los mares de Indonesia.
Hablar de él, no es nuevo para la ciencia. Desde 1998 se sabe que con facilidad se convierte en una peligrosa serpiente marina, o en un pececillo aplanado. Quizás en un pez león.
El rey del disfraz, un remoquete ganado sin mucho esfuerzo pero sí a través de un largo proceso evolutivo.
El pulpo Thaumoctopus mimicus puede pasar por un número diferente de especies configurando sus extremidades, adoptando movimientos ondulados o... cambiando de color. Lógico, como todo pulpo que se respete, también puede escapar en medio de la tinta oscura que suelta para enceguecer a su perseguidor.
Pero a diferencia de otros especialistas marinos del camuflaje, este pulpo no se esconde: se queda frente a su depredador, seguro de su arte. ¿Por qué?
Científicos de la Academia de Ciencias de California y Conservación Internacional realizaron un estudio de su ADN para determinar cómo evolucionó y presentaron su hallazgo en Biological Journal of the Linnean Society.
Mediante secuencias de ADN construyeron la genealogía del pulpo imitador y más de 35 de sus parientes, con lo que determinaron que esta especie evolucionó varios rasgos claves.
Primero: los ancestros desarrollaron la posibilidad de exhibir una coloración café y blanca como una segunda estrategia defensiva en caso de que fallara el camuflaje.
Dos: desarrollaron la habilidad de nadar como los peces aplanados con sus largos brazos que facilitan el movimiento.
Tercero: Evolucionaron llamativos patrones de coloración blanca mientras representan un pez plano, tanto al salir de su nido como durante el descanso.
En términos evolutivos, este último paso representa un cambio riesgoso en la estrategia defensiva.
"Los parientes cercanos de T. mimicus usan colores opacos y camuflaje con éxito para esconderse de sus depredadores", indicó Christine Huffard, de Conservación Internacional en Indonesia. "¿Por qué T. mimicus prefiere llamar la atención y deja de lado las técnicas de camuflaje?"
La respuesta la tendría la selección natural: el ser atrevido le ha permitido sobrevivir y reproducirse con más éxito que algunos de sus ancestros más recatados.
El éxito de esta coloración llamativa podría tener varias explicaciones a la vez: hacer creer a sus depredadores que es un tóxico pez aplanado, como Pardachirus pavoninus o el pez cebra Zebrias spp.
"Si bien la imitación de los peces aplanados está lejos de ser perfecta, puede ser lo suficientemente buena para despistar los depredadores donde vive, en el centro de la diversidad marina", según Healy Hamilton, director del Center of Applied Biodiversity Informatics en la citada Academia.
"Estos pulpos pueden cambiar su patrón de coloración para parecer similares, pero no idénticos a numerosos peces tóxicos y no tóxicos del área. En el tiempo que le toma a un enemigo dar una segunda mirada, puede escapar".
Queda mucho por conocer de este mago de los mares alejado del mundanal círculo de las apuestas en que vive Paul. El próximo paso de los científicos será estudiarlo en su medio natural.
Pero como expresó Huffard "este estudio nos recuerda que la evolución no tiene un final del juego, sino que es un proceso continuo".
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