Hablando con algunos estadounidenses y personas de otras nacionalidades, en reuniones de esta semana, preguntaban intrigados por la transformación de Medellín (ciudad que muchos han conocido) y por el rol de las Empresas Públicas en su desarrollo.
No me quedó difícil, como no le queda a ningún paisa, explicarles sobre nuestra mayor riqueza: la gente. Porque sin ella, ni las millonarias transferencias de EPM ni los buenos gobernantes, serían capaces, por sí solos, de obtener estos logros. Y una verdad sabida: en Medellín se ven invertidos, tanto dichas transferencias como los impuestos que pagamos los ciudadanos.
Que me sirva esta primera reflexión para analizar un tema que ha venido alborotando el avispero paisa: la actualización catastral y las tarifas del impuestos predial.
La ley obliga a hacer las dos cosas. El alcalde que no lo cumpla oportunamente es simplemente un violador de la ley y un irresponsable que le causa grave perjuicio de futuro a la ciudad.
Hay reclamos vociferantes de la gente y uno podría preguntarse: ¿el avalúo que le hicieron a su propiedad es injusto? ¿Es exagerado? ¿Vendería usted su casa o su local por el valor que le han asignado?
Es muy probable que el avalúo no llegue, ni de cerca, al valor comercial. Sin embargo no es ahí donde radica todo el problema.
Lo que debería tenerse también en cuenta es otra realidad... ¿tiene ingresos o rentas suficientes una persona para vivir y pagar los impuestos?
Es muy posible que su vivienda valga cien o doscientos o trescientos millones de pesos, pero si al cabo de unos años tiene que venderla porque no posee los ingresos para pagar el impuesto, esto tendría, a la larga, un efecto confiscatorio. Es decir, se quedaría sin el inmueble.
¿No podría pensarse que como la actualización catastral es cada cinco años por mandato de la ley y en ese momento confluye con el valor que debe pagar por el impuesto predial, con una base distinta aplicándole la tarifa respectiva, esta suma la pague en una senda de cinco años y no de un tacazo?
Los medellinenses vivimos orgullosos del progreso de la ciudad y de las obras que se ejecutan. Mas la calidad de vida exige también la seguridad de una vivienda propia y de no tener la angustia de perderla.
Es tan importante recaudar el impuesto como permitirles a los ciudadanos conservar sus bienes. Alcalde..., ¿no habrá una salidita?.
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