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APRENDER A CELEBRAR

  • APRENDER A CELEBRAR
23 de junio de 2014
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Un estudio publicado por The New York Times estableció que Colombia cuenta con el primer lugar en el mundo en devoción al fútbol.

Ganamos en afición a países como Argentina, España, Brasil e Italia, ya que, según la encuesta, apenas al 6 % de la población no le interesa este deporte.

Otra encuesta encargada por el Centro Nacional de Consultoría para el Plan Decenal de Fútbol 2024, mostró que para más del 90 % de los colombianos el fútbol no es solo interesante, sino que es importante o crucial en sus vidas, y que el 96 % de los encuestados ve en la selección Colombia el mayor símbolo de integración nacional.

Ese estudio lo contrató el Ministerio del Interior para promover ese deporte de manera pacífica. El problema es que en eso el país ha venido fracasando recurrentemente.

Los triunfos del Mundial han generado la pregunta de si sus hinchas serán capaces de manejar la derrota o, incluso, la victoria. No se sabe.

Las celebraciones hasta han dejado una funesta secuela de muertes, riñas y heridos, y esos estallidos de violencia están ligados al fútbol y no a otros deportes.

El triunfo de Nairo Quintana en el Giro de Italia, mayor logro que pasar a segunda ronda en el Mundial, no produjo lo mismo.

Y esto no es un tema nuevo, el memorable triunfo cinco a cero frente a Argentina en 1993 produjo 76 muertos y 912 heridos. Lamentable que un episodio tan glorioso para el deporte haya sido tan funesto para la historia de la violencia nacional.

Y lo que es claro, y el Mundial es el perfecto vehículo para hablar de eso, es que no se puede seguir enterrando muertos a causa de goles.

El tema es más preocupante en el ámbito urbano. El cumpleaños 68 de Millonarios generó escenas de vandalismo que tomaron al transporte público como blanco y no se puede seguir tolerando esto. Hay que aprender a celebrar sin matarnos o causar daños y heridos, y eso será un triunfo mayor que el deportivo.

En el corto plazo se necesitan castigos severos a los hinchas en donde más les duele: su equipo.

Los seguidores de Millonarios deberían ver un castigo en el torneo nacional. Si sus barras no se comportan, el que paga es el equipo. Ya sea jugar con estadios cerrados, multas para el onceno o incluso pérdida de puntos en los torneos son algunas de las medidas que pueden funcionar. Los patrocinadores son otros que no deberían tolerar que sus marcas se asocien a estas imágenes de violencia, pero nada dicen.

En el largo plazo la solución está en políticas públicas, pero sobre todo: educación. Los hinchas de las barras bravas son, en muchos casos, jóvenes sin oportunidades, personas sin educación ni sentido de familia, que ven en su equipo el único elemento de pertenencia a algo, casi como una religión.

Sin duda el fútbol es el mayor creador de unidad nacional en Colombia, pero eso tiene que cambiar en el futuro. No desaparecer, pero sí cambiar. En la medida en que el país genere más elementos de cohesión e integración para esos jóvenes desadaptados, ellos podrán tener elementos de pertenencia a otras cosas, más que un gol.

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