Dicen las víctimas que ha dejado el conflicto armado en el país que "uno se muere cuando lo olvidan", por eso, cada una de ellas guarda su amor por los seres queridos arrebatados por la violencia , y el recuerdo, lo abrigan en su alma y en la memoria.
En ocasiones, esos recuerdos y sentimientos se han materializado en monumentos, placas y hasta museos (como la casa de la Memoria en Medellín y el salón del Nunca Más en Granada, Antioquia), con los que buscan no olvidar, y hasta perdonar.
Pero estos salones o archivos históricos de la memoria deben ir más allá. Deben servir para "garantizar a futuro los derechos de las víctimas", como lo expresó Ruth Borja, expositora peruana, en el II Simposio Internacional de Memoria Histórica, realizado en Medellín la semana anterior.
"Podríamos decir que estos archivos pueden garantizar derechos como la reparación, la restauración de la dignidad de las víctimas, la aplicación de justicia y luego a futuro la reconstrucción de tejido social en lugares donde afectó la violencia", señala Borja.
Para la especialista peruana, es necesario crear en Colombia un gran archivo histórico de la memoria, como el existente en Perú, "que registre los desplazamientos, las muertes, las consecuencias del conflicto, lo que serviría para que jueces y fiscales apliquen justicia y no tener que volver a preguntar a las personas, porque eso es revictimizar", agrega.
Según Ruth Borja, lo más importante de estos archivos, es que al conocer la barbarie y los hechos violentos, el Estado garantice a las víctimas el derecho a la no repetición.
Hay que fortalecer
El proceso de recoger la información que suministran las víctimas que han padecido la violencia, ya se viene realizando en el país desde hace cinco años con la entrada en vigencia de la ley de Justicia y Paz.
Pequeñas comunidades y diferentes organizaciones de víctimas como las que se han organizado en los Montes de María, en Cali, en Antioquia y otras regiones del país, han registrado los vejámenes causados por los actores armados del conflicto colombiano.
Ruth Borja recomienda que por ahora en Colombia se deberían concentrar los esfuerzos en fortalecer esos "pequeños archivos" de las regiones para que luego estos pasen a ser parte de un archivo central y llegue a convertirse, incluso, en una política del Gobierno.
"Lo importantes es dotar a las instituciones que trabajan sobre estos temas con suficiente presupuesto para que los archivos de memoria sean manejados con recursos, tecnología y personal capacitado", enfatiza Borja.
Con respecto a la discusión si es relevante o no para el país un archivo central de memoria histórica, la francesa Anne Pérotin-Dumond, exponente en el Simposio, sostiene que este tema debe definirse en Colombia lo más rápido posible.
"Hoy es necesario conservar este acervo, porque hay organizaciones que trataron de denunciar lo que pasaba con esos archivos. Estos se deben guardar como algo histórico", señala Anne.
La especialista francesa concluye que Colombia debe mirar otras experiencias con respecto a los Centros de Archivos de Memoria, como los establecidos en Perú, Chile, Argentina, El Salvador, entre otros, y aprender de ellos.
Ya se tiene el proyecto
El director de Poblaciones del Ministerio de Cultura, Moisés Medrano, argumenta que "es necesario recoger toda esta memoria para garantizar el derecho a la no repetición y que las nuevas generaciones no se vean enfrentadas a fenómenos tan graves como la violencia".
El funcionario dijo a EL COLOMBIANO que ya se está diseñando el espacio para la creación del Archivo de memoria histórica para el país.
"Lo estamos haciendo en cumplimiento de la directiva 001 de febrero de 2010, emitida por la Procuraduría General de la Nación. Comenzaremos desde el 2011 con el Museo Nacional, la Dirección de Poblaciones y la Biblioteca Nacional un trabajo conjunto en torno a la construcción de este centro, que involucraría a las víctimas y otras entidades que tengan que ver con el tema de las diferentes violencias", cuenta Medrano.
Pero las víctimas no se sentarán a esperar la creación del archivo. Ellas contarán sus experiencias a las generaciones para evitar que no se repitan los hechos que los desarraigó de su terruño, o que les arrebató a su ser querido que ahora guardan en la memoria y representan en museos y murales.
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