Uno de cada seis adolescentes en Estados Unidos presenta pérdida auditiva irreversible. El dato confirma lo que para muchos ha sido un análisis de puro sentido común: el volumen de la música en los reproductores, los conciertos y las discotecas los está dejando sordos.
El impacto sonoro es aquel que se genera cuando el oído se expone a niveles de ruido superiores a 50 decibeles, es decir, menos de la mitad de los decibeles máximos que produce un dispositivo de audio como un mp3 o un iPod.
Que un joven, entre los 13 y los 18 años, empiece a perder su capacidad auditiva por impacto sonoro ya no sorprende a los especialistas en este tema. No son pocos los pacientes en consultorios de otorrinolaringólogos o audiólogos que consultan porque ya no oyen tan bien como antes.
La fonoaudióloga Patricia Montes Chica , especialista en audiología del Centro de Diagnóstico Otológico, advierte que de acuerdo con recientes estudios del Dane, existen más de 2,6 millones de personas con pérdida auditiva en Colombia.
"Más o menos 450 mil colombianos padecen pérdida auditiva por exposición a ruido o contaminación auditiva a altos decibeles".
Para esta experta, algunos de los principales causantes de esta problemática son "el uso indiscriminado de dispositivos sonoros, asistencia a discotecas o a conciertos en los que las intensidades de ruido son tan altas que ocasionan un "trauma acústico o hipoacusia sensorial irreversible".
El principio de la sordera
El otorrinolaringólogo Eduardo Ferrer afirma que la primera señal de alarma que surge cuando un joven está perdiendo la audición es la aparición de tinitus, es decir, de un pito interno en los oídos. "Es algo similar al efecto que se produce cuando uno va a un concierto y al día siguiente se siente un zumbido en los oídos, la diferencia es que en este caso el tinitus es permanente", explica el especialista.
Otro indicio asoma cuando la persona empieza a ver televisión o escuchar la radio a un volumen inusitadamente alto. La incapacidad para reconocer algunos sonidos del habla como los que producen las letras ese o te o el dígrafo che, también está asociada a la pérdida de audición.
Ferrer aclara que el problema no está en los aparatos de sonido o en el uso de audífonos, sino en el volumen en que llega el ruido a los oídos.
"No se trata de eliminar el uso de audífonos, sino del volumen al que le gusta a muchos jóvenes disfrutar la música". La intensidad adecuada para oír música es de 50 decibeles.
"Estos decibeles son menos de la mitad del volumen de la mayoría de los aparatos de audio. Quien sobrepase este nivel está expuesto a una pérdida auditiva por excesiva intensidad. Esta pérdida puede generarse de manera lenta y progresiva. Además de las advertencias, muchas empresas fabricantes de estos equipos, mantienen un nivel máximo de 120 decibeles de salida, equivalente al ruido que hace un avión al despegar, ¿Se imaginan lo que esto ocasiona dentro del oído?", se pregunta Patricia Montes.
Para ella, los fabricantes de estos aparatos o los organizadores de conciertos no están considerando el riesgo. "No sé si exista un compromiso real o legal para controlar la intensidad del sonido, lo que sí sé, es que los organizadores de estos eventos o los propietarios de discotecas deben limitar la salida del sonido a un nivel que no sea perjudicial para la salud auditiva".
La audióloga Susana Pastoriza, de la firma Widex Colombia, lamenta que la mayoría de los jóvenes eleva el volumen de sus equipos de audio por encima de los 85 decibeles.
"Esta exposición condena a muchos a una juventud, adultez y senectud con discapacidad auditiva, pues el ruido produce sordera, de inicio lento la mayoría de las veces, -excepto una explosión o cualquier ruido de impacto de alta intensidad que puede causar sordera súbita- y va aumentando poco a poco. Muchos de los que empiezan a padecerlo hacen caso omiso al tema desconociendo que el daño auditivo es progresivo e irreversible", asegura.
La pérdida auditiva por edad empieza desde los 30 años, sin embargo, estas expertas afirman que debido al uso indiscriminado de generadores de ruido, aparatos sonoros y a la contaminación ambiental, hay jóvenes desde los 13 años con pérdida auditiva inducida por ruido.
"Un factor adicional es que muchos usuarios de estos aparatos acuden a los auriculares de inserción dentro del canal auditivo, lo cual suma 15 decibeles más o sea, en total, 100 decibeles, muchas veces, por periodos de más de ocho horas de uso diarios", explica la doctora Montes.
La intensidad del concierto
Patricia Montes apunta que un concierto puede alcanzar, y fácilmente sobrepasar, los 120 decibeles de ruido en un tiempo mínimo de 90 minutos. "Esto puede ocasionar un grave daño al oído interno y ser un posible generador del tinitus en ausencia de un estímulo real externo. Además, a causa de estas intensidades tan altas, se puede producir fácilmente el trauma acústico".
Ferrer llama la atención sobre el poco cuidado que las personas, al margen de su edad, le prestan a su salud auditiva.
"En los espacios laborales se convirtió en obligación cuidarse de los ruidos muy altos, pero todavía uno ve que en las discotecas los empleados no usan protección, o los músicos de una orquesta tampoco", dice.
Concluye que, para complicar la situación, la sordera llega sin avisar.
"El oído no siente nada, a menos que usted deje de percibir los sonidos súbita y definitivamente. Una persona se tapa los ojos y deja de ver, así, puede saber que se está quedando ciega. Pero así usted se tape los oídos sigue oyendo. Uno no sabe cómo es estar sordo hasta que ha perdido la audición".
No todo está perdido, afirman los expertos. Montes indica que existen protectores auditivos especializados y personalizados para evitar el ruido, que además tienen filtros especiales que permiten "escuchar el lenguaje y atenuar el ruido". También, dice, hay filtros para colocar en los aparatos de audio que limitan la salida total del sonido, "además de los auriculares supra-umbrales (sobre la orejas), todo esto ayuda a prevenir, en parte, la sordera ocasionada por ruido intenso".
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