Esta realidad puede ser amable o dolorosa según las expectativas y creencias. Se aprenden diversos tópicos de la vida por experiencias o por intereses. Crece y envejece el cuerpo en su ruta inevitable hasta la muerte. Cada día, una y otra vez nos encontramos ante el ciclo vida-muerte-vida, la sociedad y cultura hacen lo necesario para que no le prestemos atención ni tomemos conciencia del cuerpo y de la muerte que yace siempre a su lado.
La sociedad procura que nos ocupemos de lo externo, vende la fantasía de la seguridad, la cultura promueve "seguridad y certeza". Las compañías aseguradoras ofrecen planes de seguro de vida, seguro del hogar, del carro, de la educación, de la salud, entre otros. Además otro tipo de entidades nos promueven la certeza de ser felices cuando nos pensionemos, cuando hagamos tal o cual viaje, compremos tal cosa o consigamos tarjeta de crédito, etc. Los procesos de muerte y duelo se han reducido a la mínima expresión, pero esta hermosa fantasía se revienta y nos destroza cuando se tiene que asumir la enfermedad y la muerte propias o de un ser amado.
La naturaleza está llena de ciclos vitales. Nuestro ciclo comienza con el nacimiento, pasa por la niñez, adolescencia, adultez y vejez. Cada etapa tiene su propio desarrollo a través de pruebas, aprendizajes y logros. Al principio tienen mucha responsabilidad los padres y adultos que nos acompañan, pero luego, asumir cada momento del ciclo es una responsabilidad personal.
Conocer nuestros pensamientos y emociones es indispensable para avanzar en nuestro proceso vital. Cómo pienso y cuáles son mis reacciones ante las diversas situaciones que me plantea la vida y los demás, dirigir la atención hacia mi cuerpo, mi forma de sentir y de pensar, más que buscar culpables y explicaciones en el exterior.
Sin duda hay otras facetas en el ser humano, pero hay que comenzar por tomar conciencia de lo básico, el cuerpo tangible y sus sensaciones, luego emociones y pensamientos para poder entonces ascender a otros tópicos.
Conocer y elaborar el miedo a la muerte, reconocer de corazón que estamos muriendo cada instante como parte del ciclo, aceptar qué ciclo continua con nosotros mismos al igual que en el mundo exterior.
Aprendamos a ver el ciclo repetirse una y otra vez, aprendamos a no gastar la energía en evitar que se repita conmigo sino en vivir cada momento como único, irrepetible, incontrolable. Tomar conciencia y asumir la responsabilidad por mis acciones y pensamientos básicos, determina la calidad de vida que yo tenga y mi forma de crecer y envejecer.
Es preciso reconocer los costos que tiene vivir en la forma que lo hacemos. Mucha riqueza y tecnología en el mundo, pero no hay paz en el corazón de las personas. Seamos responsables, nuestro proceso de salud mental tiene que volver a lo básico, aceptar la vida tal como es, aceptar nuestro cuerpo y sus cambios, aceptar nuestras emociones tal como están en un momento dado, dejar de hacernos películas mentales o contarnos cuentos sobre cómo deben o debieron ser las cosas.
El avance tecnológico de la medicina debe acompañarse de este retorno a lo básico, el ciclo vida-muerte-vida. Aceptar que no lo podemos cambiar.
Es importante buscar ayuda y asesoría si en algún momento de mi vida por situaciones externas o por dificultades en mi desarrollo personal, estoy sufriendo o me encuentro estancado, confundido o enfermo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
