Recuperarse, escribir un libro sobre su experiencia de vida y trabajar en un call center o en un aeropuerto son los proyectos que anhela cumplir Biviana Franco, una invidente que a sus 29 años domina los sistemas con el software Jaws, es bilingüe, bachiller y técnica de gestión comercial y telemercadeo del Sena.
A los 19 años, esta antioqueña partió en un viaje rumbo a Nueva Jersey, Estados Unidos, con la ilusión de alcanzar sus sueños, sueños que se vieron derribados por la aparición de un tumor cerebral.
Al año de estar allí fue operada por un neurocirujano en un hospital de este estado, y en la intervención perdió la visión definitivamente.
Con Patricia, una amiga invidente que conoció allá, ingresó a una institución para personas con esta discapacidad, y allí aprendió a ser independiente.
Ahora Biviana controla su movilidad con el uso de bastón, cocina y sabe tres niveles del software Jaws para computadores. Fue tanto el cariño que Biviana le cogió a esta institución que no solo se quedó el año que necesitaba, sino tres más.
Durante su estadía allá, conoció a Tommie Ferguson, un estadounidense con el que lleva siete años de relación sentimental, y para quien la discapacidad visual de la mujer nunca fue un obstáculo. De esa relación nació Natasha, una pequeña de cuatro años que la guía y no encuentra en su madre anormalidad alguna.
“Natasha me pone la manito de ella en la mía para que yo sienta las cosas que me quiere mostrar”, señala Biviana.
Tras una difícil decisión, esta discapacitada volvió a Belén Alameda, donde reside su familia, hasta que una crisis de dolores de cabeza le hizo pasar una mala jugada: tuvo que volverse a operar el 18 de julio en el Instituto Cardioneurovascular Corbic, debido a secuelas del tumor.
Franko, su padre, cuenta que llevó a Biviana a Corbic porque quería hacerle un chequeo médico: “Nos dijo que no le habían sacado la madre del tumor anterior. La extracción del tumor en esta ocasión fue del tamaño de una bola de ping pong y en la primera de un tamal”.
Biviana se devolvió para Colombia hace un año y medio porque no cuenta con los papeles para ser residente estadounidense. Además, el trabajo de Tommie es altamente demandante y no quería educar a su hija tan sola.
Con algo de nostalgia pero con una voz optmista, Biviana recordó algunos de los momentos más difíciles de su enfermedad. “En recuperación se dieron cuenta de que el líquido cefalorraquídeo empezó a retenerse dentro del cráneo y el cuero cabelludo y se empezó a formar un hematoma del mismo”.
Seis días más tarde, fue intervenida de nuevo. En esta operación, los médicos detectaron la presencia de una meningitis, que le llevó 17 días de tratamiento.
“Me pusieron un drenaje en la columna como parte de la recuperación, pero ya me lo retiraron y estoy fuera de peligro. Solo falta retirar unos puntos de mi cabeza, que cicatricen bien, y terminarme de recuperar”, explica Biviana.
Ruby Aguirre, su madre, se sorprende con la habilidad de Bibiviana para ejecutar todas las actividades sin ayuda. Y admira cómo ha sacado adelante a su hija.
“Una meningitis puede dejar secuelas. A Biviana no le dejó ninguna física, pero sí sentimentales, pues perdió una oferta de trabajo que se le había presentado antes de la cirugía”, expresa Ana María, su hermana.
“Nunca creí que fuera a salir de esta situación, pero gracias a las oraciones de mis padres, los cuidados de mi hija y la fe que nunca perdí, salí adelante nuevamente”, expresa Biviana, llena de alegría.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6