Hace 10 años, el país asistió con dolor e indignación a la peor masacre contra civiles en Bojayá, cabecera municipal de Buenavista, Chocó.
En enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares, no menos de 119 personas murieron, según registros de la población afectada, y el mundo estuvo por varios días en la zona documentando la salvajada de los actores armados ilegales.
Ahora, una década después, la prensa internacional anda en otros menesteres, pero los medios locales que hemos asistido a Bojayá hemos podido constatar que la muerte sigue viva en las mentes de sus habitantes, así como presente está el abandono y las promesas incumplidas por parte del Estado.
Los sobrevivientes, entre quienes están aquellos que decidieron salir del viejo Bojayá y reubicarse en otro sitio, continúan soportando los rigores de la guerra y las dificultades económicas de una región estratégicamente rica, pero inexplicablemente en el olvido.
Como pasa con otras zonas arrasadas por guerrilla, paramilitares y narcotraficantes, en Bojayá se constata lamentablemente que el incumplimiento de las obligaciones del Estado terminan por deslegitimarlo y, lo peor, abriéndoles espacio a los violentos.
Bojayá, por cierto, debería ser el primer lugar adonde llegue la "prosperidad democrática". Allí está todo por hacer. El Estado mismo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6