Toda una vida como periodista y un popular espacio radial llevaron a Campo Elías Terán al Palacio de la Aduana.
“El locutor que está ahora no tiene el sabor”, resume, con la bilis alborotada, un mototaxista cartagenero. Su nombre es Orlando Enríquez González, “el que trabaja cuando sales”, uno de los 145.549 electores que llevaron a Campo Elías Terán Dix, el mandarinoski mayor, a la Alcaldía distrital.
Si en el último mes la Heroica ha extrañado a su mandatario, mucho más ha echado de menos el pueblo cartagenero la voz reina del A.M. Lo explica con claridad Orlando mientras maneja su moto 125, agita una mano al aire y esquiva con destreza dos automóviles que le cierran la vía: si un ciudadano se sentía humillado por cualquier funcionario público, lo denunciaba ante los micrófonos de Campo Elías; si la oficialidad salía con una de las tantas y flagrantes mentiras que día a día pregonan impunemente, el hijo y exalcalde de San Antero, Córdoba, la desvelaba al aire, y con sorna.
Quienes ahora intentan mantener vivo su estilo, liderados por el periodista Manolo Duque, siguen sonando un “como no moñito” burlón y destemplado cada vez que los funcionarios de turno pintan inverosímiles pajaritos en el aire.
Son Duque y el humorista Rafael Ruiz los que para Orlando, el mototaxista, “no tienen el sabor”. “Lo que pasa es que Campo es un genio”, responde ante el señalamiento Tahirina Atensio, periodista de La Cariñosa, desde una de las cabinas de RCN Cartagena. “Campo trabajaba solo cuatro horas, ahí hablando cháchara. Hasta la última hora el tipo estaba despierto, activo y echando chistes”.
La política le quitó a los más humildes de la ciudad, que no son pocos, la voz que los divertía cada mañana. A ritmo de champeta, cómo no, el Caribe colombiano despertaba con una cortinilla que promocionaba al “mandarinoski, el más pegao, parao, ahí, ahí, parao en la raya, parao, parao”.
“Atención, increíble, insólito. Oiiiigaaan estoo”, decía el entonces locutor, poco más de año y medio atrás, una mañana de octubre. “Sergio Fajardo habría recibido dinero para ser la fórmula vicepresidencial de Mockus. ¿Cómo le parece? ¡No, no, esto es por todas partes! ¡No hay quien vista al santo! Oído, alerta, lo dice primero el Noticiero Popular, el noticiero del pueblo, primero en sintonía…”.
Locutor de origen deportivo, trasnochador sin remedio, humorista por naturaleza, imitador de cantantes, viejitos y funcionarios, el exalcalde se posicionó en la radio con un estilo frentero que sentaba en el banquillo de los acusados a políticos corruptos y funcionarios incompetentes.
“Llegó un momento en el que los cartageneros no veían sino en Campo Elías la solución. Que no los atendieron en un banco, ‘se lo digo a Campo Elías’. Si iban a pagar el impuesto y no los atendían, ‘se lo digo a Campo Elías’. Era la manera de amedrentar a ese tipo de funcionarios que no cumplen con su deber”, comenta Egel Ortega, periodista deportivo que compartió cabina con Campo Elías mil y una veces.
Recuerda que cierta vez Juan Enrique Debrigar, exdirector técnico del Real Cartagena, amenazó al primer alcalde afro que llega al Palacio de la Aduana. “Dijo que si Campo Elías no se retractaba, era capaz de venir a la emisora y producir una tragedia”. “Señor Debrigar –respondió al aire Campo Elías Terán a quien llevara en 1992 al equipo de fútbol por primera vez a la B–, lo estoy esperando en este momento, en estos micrófonos, con el revolver al cinto para que demos seis pasos adelante, media vuelta y darnos tiros”.
De acuerdo con Ortega, el estilo del Noticiero Popular de La Cariñosa, que en solo cinco años como director hizo de Terán el periodista con mayor poder e influencia de la ciudad, fue heredado de Guillermo Baena Sosa. Qué hace usted por Cartagena era el programa radial de corte cívico que este veterano periodista conducía en Radio Miramar. De allí salió el sello franco, coloquial, abierto y orientado a resolver las necesidades más inmediatas de la gente que disparó a Campo en el rating.
“Se conjugan el liderazgo de opinión de un hombre que ha sido serio y disciplinado en su trabajo, y RCN, que corresponde a una marca de credibilidad frente a la opinión pública. Ahí está el quid del caso exitoso que es el Noticiero Popular”, recapitula.
Eso, y el humor. “El noticiero logra una producción que va identificada con la forma de ser del cartagenero –continúa Ortega–. Mandarinoski quiere decir un hombre maduro que le gasta a una pelada, detrás de nada. El señor es mandarinoski porque es jubilado, la pelada lo espera en la esquina y ese día le quita todo. Mandarinoski fue su primer término, que lo catapulta y lo manda a la cima”.
“La mandarina se pela rápido”, complementa la explicación costeña Tahirina. Morena, alta, ojos verde esmeralda, esta periodista se convirtió en “la niña” consentida del locutor número uno de Bolívar. Y si el funcionario fallaba, “le mando, le mando, le mando la niña”, como dice el merengue que solía cantar, amenazante, al aire.
Mientras escucha un programa de 2010, “la niña” ríe con cada ocurrencia, con “el club del goteo” que inauguró el exalcalde, un invento suyo para referirse a los hombres mayores con problemas de próstata. Tombo en vez de policía, cartera’e hierro en vez de avaro, Ternera Hilton en vez de Cárcel de Ternera, las palabras de la calle acercaron a Campo Elías con su gente.
Sus más cercanos compañeros revelan que, paradójicamente, ya montado en el caballito del poder Campo Elías padeció de cerca los paquidérmicos procesos del Estado; que como alcalde era él quien pedía paciencia, comprensión, que aquella joven periodista que no le daba tregua se informara primero antes de hablar.
Sus electores y radioescuchas, especialmente Orlando Enríquez González, el mototaxista “que trabaja cuando sales”, lamenta la ausencia de Campo Elías, el mandarinoski mayor, la voz cartagenera que apagó la política y el cáncer.