El serrucho y la espalda son los temas del día en el Giro y de ahí no se mueven las preocupaciones.
Los repetidos premios de montaña de tercera y cuarta categoría de la séptima etapa son los que tienen en ascuas a la caravana desde días atrás.
Y ante este nuevo asomo de montaña, se suma la espalda, esa que quieren ver a lo lejos los rivales que se mirarán las caras, en la contrarreloj de 55,4 kilómetros de mañana.
Este serrucho, muy distinto al de Colombia, pero sí cercano a la carpintería, entre Salvo y Pescara, es la idea gráfica del perfil del tramo de 162 kilómetros de hoy, con cuatro premios de montaña, que llevan más nervios a la prueba liderada por el veterano Luca Paolini (Katusha) de 36 años. Un sube y baja, además, como si fueran la boca de un tiburón. "Es mejor ir después que Bradley Wiggins en la contrarreloj, así sea con los tres segundos que le tengo", le contó Vincenzo Nibali a la AP, como reflexión previa al round de Pescara y mirando hacia la CRI sabatina.
Y mientras Mark Cavendish (Omega) cobraba su segundo triunfo, en el embalaje de Margherita Di Savoia, tras 169 kilómetros y un destacado puesto 11 de Edwin Ávila; Rigoberto Urán y Sergio Luis Henao "pusieron los ojos en la espalda" por el infortunado pinchazo del jefe Wiggins, antes del día del serrucho.
Pico y Placa Medellín
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