Las cifras que publicaron los medios a propósito del Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer son aterradoras: 52 mil víctimas de violencia por su pareja en un año (Semana, 26 de noviembre). 932 mujeres asesinadas en lo corrido de 2012 (El Tiempo, 23 de noviembre). Sólo en Antioquia han asesinado 200 mujeres (Caracol, 24 de noviembre). 14 mil mujeres han sido violadas en Bogotá (El Colombiano, 26 de noviembre).
Podría dar más cifras aterradoras, pero las cifras no siempre dicen todo, también es bueno recordar algunos casos como el de la joven locutora que fue asesinada en Buga por su novio en septiembre pero que no impactó tanto como el asesinato de Rosa Elvira Cely, la mujer que fue violada y empalada por Javier Velasco en el Parque Nacional y quien apenas el martes aceptó su responsabilidad en el crimen. Podría recordar también el caso de la mujer que fue apuñalada y asesinada en abril en un centro comercial de Bogotá por un hombre que antes había sido su pareja pero que tuvo que dejar porque era violento y celoso. Incluso, para cerrar este párrafo de horrores, de agresiones cometidas contra las mujeres apenas este año, vendría bien traer de nuevo a la memoria ese crimen ocurrido en febrero en Soacha que los colombianos vimos aterrados a través de una cámara de seguridad. Aquí una mujer es apuñalada por su marido delante de su hijo de nueve años.
Casos terribles como estos sobran en este país; tal vez por eso resulta tan pertinente el programa que desarrolla Antanas Mockus y su organización Corpovisionarios para intentar reducir este tipo de hechos que, en su mayoría, son cometidos por los celos, "¡los benditos celos…, como le dijo a Semana el exalcalde de Bogotá. A través de una técnica que él llamó "acupuntura cultural", similar a la que manejó para educar a los conductores bogotanos durante su alcaldía, busca enseñarle a la gente que la solución a la violencia familiar radica en la prevención, la cultura ciudadana y el trabajo con los victimarios.
El plan que empezó en Barrancabermeja, donde instaló una Línea de Celosos Anónimos e implementó otra serie de campañas que han ayudado a reducir en un año el 43 % de los casos de violencia intrafamiliar, se implementará el próximo año en más municipios y ciudades. La idea es que se acabe "la violencia intrafamiliar que asesina casi el doble de mujeres que el conflicto armado" (Semana, 26 de noviembre).
Colombia no puede seguir siendo un país de celosos enfermizos y asesinos que piensan que las mujeres les pertenecen, son cabezas de ganado que adquieren y pueden darles el "uso" que les plazca. Es evidente que detrás de los celos no hay amor como algunos han querido hacer creer, al contrario, hay una forma pura de violencia. Las muestras de amor se dan con amor; por eso ni en charla debería repetirse esa frase ridícula que nos ha hecho tanto daño: "Porque te quiero te ‘aporrio’". Si en realidad un hombre quiere a una mujer tiene que entender que amar no puede ser jamás una tortura.
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