Hugo Chávez cumplió ayer un año desde que el cáncer lo obligó a pasar por el quirófano por primera vez, el mismo tiempo que Venezuela lleva sumida en una incertidumbre que la acompañará hasta las elecciones del 7 de octubre y, tal vez, más allá.
Un año después de ser operado del tumor en la zona pélvica, la falta de información sobre la enfermedad y sus implicaciones para el futuro llenan de preguntas sin respuesta a un país. El silencio ha sido caldo de cultivo de rumores y versiones para todos los gustos.
La incertidumbre y el secretismo no se han traducido en un deterioro de la popularidad del gobernante. Al contrario, las encuestas sobre intención de voto lo sitúan por delante de Capriles. Más del 70% de los venezolanos considera que Chávez se recuperará completamente.
La enfermedad lo ha inundado todo en Venezuela, es el tema estrella de las conversaciones, el chascarrillo en los mercados y hasta el elemento de comunión temática en medios del chavismo y la oposición. Los analistas coinciden en que la enfermedad produjo una "solidaridad primaria" de los seguidores del gobernante que lo propulsó en las encuestas y relegó la discusión de los no poco problemas que tiene el país a un segundo plano.
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