La conciencia mundial sobre el daño que las Farc le han hecho a Colombia parece despertar. No es extraño que en Chile, un país que sufrió un golpe de Estado y que hoy es un paraíso de la democracia, los diputados hayan votado, unánimemente (39 votos a favor y 2 en contra), la declaratoria de que esa guerrilla es una organización terrorista.
Secuestros, minas antipersonal, reclutamiento de menores, carrobombas contra instalaciones civiles, desplazamiento forzado y narcotráfico son apenas los delitos (algunos de lesa humanidad) que degeneraron cualquier ideología y pretensión políticas de ese grupo armado ilegal.
Los métodos terroristas de las Farc, ya condenados por otros 33 Estados, llevaron también a los chilenos a decirles: "aquí no".
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