Es un monopolio y opera como tal. Sintetiza un producto de alta gama, que por ser tan exclusivo, se comercializa entre un público selecto: solo adolescentes y adultos jóvenes de estratos socioeconómicos altos que se pueden dar ese lujo. Y por eso resulta muy lucrativo. Lea también: CTI de la Fiscalía advierte sobre aumento de consumo de 'cocaína rosada' en el país.
Los 'cerebros' de esta nueva línea de negocio del narcotráfico no han estudiado mercadeo en las universidades pero saben cuál es su nicho de mercado. Jóvenes ávidos de sensaciones nuevas, que buscan siempre en la música electrónica experiencias diferentes, y con el poder adquisitivo para pagar un cover de $70.000 u $80.000 por concierto o noche de rumba y $150.000 por una sola dosis de una sustancia que pone locos a consumidores y a productores.
La naciente empresa ya ha creado una red de 'dealers' (vendedores) muy cerrada que se mueve en ese ámbito de las luces de neón y el pum pum de las fiestas electrónicas animadas por famosos DJ y los 'after party' a puerta cerrada.
El tráfico y la distribución del producto es sencilla, porque se camufla con mucha facilidad. No hay necesidad de enviar toneladas de cocaína o de marihuana de un país a otro para obtener utilidades. Con un kilo se pueden ganar $120 millones en un fin de semana, sin exponerse demasiado.
Es el 2CB o 'tucibí' (por su pronunciación en inglés). Ese es el negocio que socios se pelean hoy y que, al parecer, ha desatado guerras intestinas entre las bandas que ostentan ese monopolio y no lo quieren compartir. Es la primera hipótesis que maneja el CTI de la Fiscalía que explicaría la masacre del viernes 3 de octubre en La María, exclusivo sector de Pance en Cali, donde fueron asesinadas ocho personas.
Una de ellas fue Julio César Paz Varela, alias "J1", quien había ascendido de las más bajas esferas de la delincuencia, hasta ser comisionado por alias "Martín Bala", y Héctor Mario Urdinola, alias "Chicho", para manejar la exclusiva línea de negocio del 2CB, cuando estos fueron capturados entre 2011 y 2012.
La segunda hipótesis es que al negocio quieren ingresar nuevos fabricantes o comerciantes del producto, como alias "El Guajiro", un delincuente del que poco se sabe. "El asesinato de "J1" y compañía sería una pugna por poder, para quedarse con el monopolio", dice un agente especializado del CTI de la Fiscalía.
¿Qué es el 2CB que enloquece a los del estrato seis que la consumen y a los del estrato 1 que la producen?
Es una modificación de un medicamento. Unos dicen que esta droga alucinógena fue sintetizada en los años 70 por un químico en California, a partir de la mezcalina, sustancia extraída del peyote, una planta mexicana de alto contenido alucinógeno. El nuevo producto causó gran sensación y también gran adicción. Consumidores dicen que aumenta la percepción de los sentidos, al punto que visualizan los colores de la música. E incrementa los estímulos sexuales logrando desinhibir hasta al más tímido.
Otros dicen que fue sintetizada en Alemania, donde se consumía mucho. La leyenda urbana cuenta que un ingeniero químico colombiano, logró aprender la fórmula y la trajo al país y se la ofreció a alias "Chicho", que en esa época delinquía para la banda criminal "los Machos".
En círculos del bajo mundo se cree que alias "Chicho" se adueñó a la fuerza de esta receta, tan secreta como la de la Coca Cola. A la fuerza significa que secuestró y torturó al ingeniero hasta que le dio la fórmula y lo asesinó. Así se quedó con el monopolio del prometedor mercado en Colombia.
Otra versión dice que al ingeniero intentaron secuestrarlo para obtener la fórmula, sin éxito, entonces empezaron a tratar de imitar esa receta de manera empírica y artesanal, que es la que se comercializa en Cali.
Pero como "los Machos" fueron reducidos por "los Rastrojos", alias "Chicho" y alias "Martín Bala" se aliaron con el "clan Úsuga". Este regresó en 2009 de España, donde se autoexilió tras un atentado que sufrió en 2005. En 2010 se volvió a unir con su antiguo socio, Orlando Gutiérrez Rendón, alias "el Negro Orlando", y con alias "Chicho" para combatir a "los Rastrojos".
Como en una nueva sociedad anónima, cada socio aporta lo que tiene, alias "Chicho" llevó el 2CB o cocaína rosada, una droga muy cara por lo innovadora y escasa: la dosis se cotizaba en el mercado interno, como cualquier producto de lujo, a $150.000, precio que se mantiene en el mercado.
Alias "Chicho" centró su distribución en espacios elitistas como discotecas del corredor de Menga, Granada, San Fernando, cercanías del Hotel Intercontinental y rumbas electrónicas del Lago Calima.
Pero con la captura de alias "Chicho" hace dos años, este habría delegado en alias "J1" el manejo de su exclusiva y rentable línea de negocio, el 2CB. A su vez, alias "J1", a quien le gustaba diversificar sus negocios, tenía una oficina de cobro y extorsión, delito por el cual fue capturado en julio pasado, pero logró que la justicia se lo cambiara por constreñimiento, que es excarcelable.
Pero, ¿por qué mataron a alias "J1"?
En la primera hipótesis de los investigadores, se cree que como alias "J1" tenía ya una estructura organizada, con logística de producción y rutas de distribución y gente de confianza, quería montar su propio negocio.
No se sabe si alias "J1" estudió o no, pero sí se sabe que a los 15 años era un aventajado alumno en la escuela del sicariato. Y ahora quería ser el nuevo rey del 2CB y habría osado querer montarle competencia a sus jefes que están presos. Y como se despide a un empleado que se le sale de las manos al jefe, alias "Martín Bala" lo habría mandado a despedir para siempre.
En la segunda hipótesis, a alias "J1", lo iba a reemplazar "El Guajiro", pero "J1" se negó a ceder su terreno, la estructura que había montado y las onerosas ganancias que le dejaba la venta de "2CB. Esto habría suscitado una confrontación entre ellos, pero la gente de "El Guajiro" tomó ventaja, los redujo y los asesinó.
Sin embargo, las autoridades han detectado que otras bandas criminales ya producen algo que se mercadea en la calle como 'fuchi', que es el 2CB de menor estrato porque es de menor calidad, dado que no tienen la fórmula exacta. El 'fuchi' se distingue porque es muy fuerte y produce mucho vómito y mareos. Los consumidores saben quiénes comercializan el original y quiénes 'fuchi'.
El 'merchandising' del producto
Ese círculo de discotecas y conciertos electrónicos son escenarios que los narcotraficantes, que son muy hábiles en el 'merchandising' de sus productos, aprovechan. Saben dónde, cómo, con quién y hasta qué punto promoverlo, ya que conocen muy bien su nicho poblacional.
"La rumba electrónica se les presta para crear un público de consumidores, que después se ven obligados a trabajar para ellos, ya sea para distribuirla a más clientes, o incluso para entrar a su aparato sicarial", dice el agente de inteligencia del CTI. Ese es el círculo vicioso en el sentido literal de la palabra.
Muchas de estas rumbas son patrocinadas por estas mafias para realizar lavado de activos. "Contratan un artista y dicen que ganaron miles de millones de pesos, puede que el negocio haya sido bueno, pero no tanto, pero aprovechan y legalizan", dice el agente del CTI. Una práctica que no es nueva, se usaba desde la época de los Rodríguez. De hecho, en el Festival Internacional de Cartagena del 3 de enero pasado, las autoridades reportaron cien adolescentes drogados con éxtasis y 2CB.
Y por lo costoso del producto, no necesitan vender por volumen, con poco que vendan ya es suficiente. "Es como comercializar relojes o carros de alta gama, no todos los compran, pero con un solo comprador, ya le genera una buena ganancia", dice el agente del CTI.
Las drogas sintéticas no se ofrecen en la calle como la marihuana o la cocaína, que las venden afuera, el de los chicles, la fritanga, el que cuida el carro. Las sintéticas las distribuye una élite de vendedores que se mueve en el medio de la rumba y está dentro de la discoteca.
"Como las dosis son tan pequeñitas, porque se presentan en polvo o en pastillas, fácilmente se camuflan y se entran. Pero para acceder al mercaderista, hay que tener un contacto que haga las relaciones públicas con los 'dealers' (vendedores), una especie de recomendación", dice el investigador. Como cuando se intenta entrar a una gran empresa.
Como toda actividad ilegal, esta atrae otras ilegalidades. Por ejemplo, las bandas criminales les cobran vacuna a los mercaderistas de este alucinógeno sintético. Les dicen a los 'dealers': "nos paga cuota o también vende nuestro producto".
"El que va a distribuir 2CB, éxtasis, LSD (ácidos que se ponen bajo de la lengua) o cualquier droga sintética, tiene que pagar un impuesto, que puede estar en los $500.000 semanales, sino, lo matan", concluye el agente de la Sijín.