El panorama económico mundial seguirá agitado en las próximas semanas por cuenta del ajuste en la economía. El estallido de la burbuja de especulación inmobiliaria está siguiendo la siniestra agenda que ha repetido en decenas de ocasiones desde la época de los romanos: primero unas personas cesan los pagos de sus obligaciones, luego los bienes en garantía son rematados y provocan una caída de los precios, posteriormente más deudores entran en problemas y prestamistas y bancos empiezan a quebrarse, los créditos se detienen y las familias contraen su consumo, la economía entra en un estancamiento hasta que los agentes se reorganizan y recuperan la confianza.
En esta saga, que para colmo de todos los males se da simultáneamente en Europa y Estados Unidos, la fase a seguir es la contracción del consumo de bienes durables financiados con crédito para luego pasar a la expansión del desempleo y la reducción general del consumo. Quienes la empezarán a pasar mal son los fabricantes de autos, línea blanca y electrónica, luego seguirán los demás ramos de bienes de consumo.
Colombia ha asimilado hasta el momento el impacto de la crisis financiera, pues los canales de transmisión eran limitados y se manifiesta con pérdidas de los tenedores de bonos y acciones, con reducción de inversión extranjera y con menor acceso al crédito. De ninguno de los tres se estaba dependiendo para mantener la marcha de la economía y los efectos han sido reducidos. Falta por ver cómo asimilará la contracción en el consumo de Estados Unidos y Venezuela que se transmite con una baja de nuestras exportaciones en cantidades y en precios.
El Gobierno anunció un plan de cinco puntos para enfrentar la crisis. Los dos primeros están dirigidos a asegurar la financiación y la disponibilidad de fuentes de crédito. El tercero busca tener nuevas fuentes de financiación extranjera. El quinto punto propuesto busca fortalecer el sistema financiero. En conjunto atienden los mecanismos financieros de transmisión de la crisis.
En anterior editorial se señaló que la economía volvió a crecer en el segundo trimestre con la reactivación de la inversión que había caído drásticamente en el primer trimestre. Las licencias de contracción tuvieron una mejora en agosto y las exportaciones siguen con una buena dinámica que ahora amplificará sus efectos con el aumento en la tasa de cambio. Es decir, se asimiló el ciclo de inversión.
La pregunta es cuánto se afectarán las exportaciones con la crisis externa. La alternativa es intensificar la diversificación de destinos y productos. Por vía de nuevos productos y nichos todavía tenemos un potencial importante tanto en el mercado norteamericano, en el cual participamos en menos del 1 por ciento de sus importaciones, como en otros mercados. El cuarto punto propuesto por el Gobierno va en esta dirección.
La economía colombiana destruye empleos con crecimientos menores del 3 por ciento y eso es lo que se está evidenciando. La inflación nos dio una tregua, el desempleo no y el país debe activar las palancas de un crecimiento basado en innovación e integración social. Pero se requieren reformas que el Gobierno ha dicho que no hará.
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