Con lluvia de flores sobre el Templo de la Luz, en el santuario de la Madre Laura en Belencito, comenzaron ayer los honores a la primera santa colombiana.
Desde un helicóptero del Ejército cayeron los pétalos cuando se inició la procesión con los restos mortales de la Santa, fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena.
También desde muchos balcones cayeron flores y confeti amarillo y blanco al paso del carruaje tirado por cuatro caballos blancos y custodiado por destacamentos de la Policía y el Tránsito de Medellín.
Frente a La Alpujarra, Santa Laura Montoya Upegui recibió honores civiles, militares y de la comunidad indígena, así como un concierto de la Red de Escuelas de Música.
El alcalde Aníbal Gaviria, fiel devoto de la Madre Laura desde su infancia, no solo destacó las múltiples cualidades de esta mujer misionera, gran maestra y escritora, sino que aprovechó para pedir por la salud de su hijo recién nacido, Ismael.
La procesión que partió de La Alpujarra hacia la Catedral Metropolitana, presidida por el Alcalde, el arzobispo Ricardo Tobón Restrepo y la hermana Ayda Orobio Granja, superiora de las Lauritas encontró un Parque de Bolívar colmado de creyentes. Entre aplausos y el agite de banderas le dieron la bienvenida a la Santa.
La Catedral Metropolitana se quedó pequeña. Para un acto como este, de Acción de Gracias con la primera santa colombiana, "el estadio hubiera sido el sitio ideal", precisó la hermana Carmen Uribe, exsuperiora de las Lauritas. Desde las 10:00 a.m. no había dónde sentarse y el piso se volvió la mejor opción. La misa concelebrada concluyó con la recomendación de que después del festejo debe seguir la devoción.
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