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HISTÓRICO
Con Son Batá, África suena en la Comuna 13
  • Con Son Batá, África suena en la Comuna 13 | Donaldo Zuluaga | Atrás, John Fredy Asprilla, Carlos Léider Mosquera y Cristian Benítez. Adelante, Wílmer Bonilla, John Jaime Sánchez y María Nelly Zapata, integrantes de Son Batá y de su chirimía. Este colectivo hace sonar los ritmos africanos en las terrazas y calles de la Comuna 13, donde nacieron y donde hacen historia en un contexto de guerra.
    Con Son Batá, África suena en la Comuna 13 | Donaldo Zuluaga | Atrás, John Fredy Asprilla, Carlos Léider Mosquera y Cristian Benítez. Adelante, Wílmer Bonilla, John Jaime Sánchez y María Nelly Zapata, integrantes de Son Batá y de su chirimía. Este colectivo hace sonar los ritmos africanos en las terrazas y calles de la Comuna 13, donde nacieron y donde hacen historia en un contexto de guerra.
Gustavo Ospina Zapata | Publicado

Resulta indescriptible la emoción que siente Yeison Alejandro Sánchez cuando habla de tamboras, platillos, redoblantes y congas. ¡Cómo se le llenan de brillo sus ojos y cómo su rostro se enciende de sonrisa blanca!

A sus dieciséis años, este jovencito de rasgos afrocolombianos dice que encontró el camino, eso que le hace palpitar el corazón y que lo tiene soñando con el futuro porque, contrario a muchos muchachos de su generación, desde ya desencantados de la vida, él está lleno de vibraciones, inmenso de emoción.

-Cuando tenía 11 años vi una chirimía y dije ¡uy!, ese sonido, ejto ej lo que le me gujta a mí, y empecé con un balde a tocá , ellos me vieron y me dijeron 'vea toque'-.

Cuando habla con ese lenguaje del Pacífico, que cambia las eses por las jotas y se roba las eres en algunas palabras, entonces uno entiende más su encantamiento con la música, pues todo le viene de adentro, de su sangre africana, esa que sus padres chocoanos no se han dejado robar de la ciudad, a pesar de vivir en la Comuna 13, donde todo es urbano, donde en vez de mar y playas y árboles gigantes, hay callejones estrechos, infinitas escalas y bala... mucha bala.

Plomo y enfrentamientos a los que muchos jóvenes de la zona sucumben. Pero no fue el caso de Yeison, pues él, que además el año anterior fue campeón nacional de atletismo en unos juegos intercolegiados, encontró en la música una opción para alejarse de la guerra y forjarse un proyecto.

- Ej que a mí eso no me sirve, yo lo que quiero es tocá la percusión y ej lo que voy a hacer con mi vida-.

Y fue con sueños como el de este muchacho de ancestros chocoanos y residente en el barrio Nuevos Conquistadores, de San Javier, que surgió la Corporación Son Batá, un colectivo cultural y musical nacido como tal hace cuatro años en las entrañas de la Comuna 13, una de las más conflictivas de Medellín y en la que tal vez más trabajo social requiere hacer la ciudad para recomponer su tejido.

Parte de esa labor ya la está haciendo Son Batá. Y casi sola, pues el apoyo desde la Administración ha sido poco, para algunos casi nulo.

Su sede está en Nuevos Conquistadores, una especie de palenque lleno de callejones que forman laberintos y en el que caminan de arriba a abajo madres, jóvenes y muchachitos de ambos sexos de rasgos afrocolombianos.

Se les ve por montones. Ellas con sus trenzas y chaquiras y sus cuerpos perfectos, voluminosos, de caderas anchas y paradas. Ellos, con sus pantalones anchos, sus cortes llamativos, sus gafas oscuras y sus pintas exóticas.

En todos, un rasgo común: esos ojos melancólicos que al contraste con el azul del cielo se ven más blancos de lo que son, y esas sonrisas musicales que a todo instante parecieran querer explotar de la emoción.

Al fondo, unas bandas que se enfrentan entre sí por defender territorios, a veces tan pequeños como una cuadra, una esquina y en algunos casos ni siquiera eso. ¡Nada!

No es resistencia
Es en el contexto en el que se forja Son Batá, que pretende con el arte robarle hijos a la guerra o no permitir que esta los reclute.

Dice John Jaime Sánchez, el alma y nervio de este colectivo al lado de Carlos Sánchez, Freddy Asprilla y Andrés Felipe Medina (asesinado la semana anterior) que cada joven que ellos puedan atraer y ponerlo a tocar un instrumento es un logro inmenso.

-Nosotros empezamos tocando en terrazas, dándole y dándole y sin siquiera instrumentos, fueron dos años seguidos luchando y motivando a los muchachos para que no cayeran en el conflicto, decirles que en la música hay una opción, y eso fue calando-.

Caló tanto, que hoy cuentan con más de 80 muchachos integrados a siete grupos musicales, de baile y teatro, además de un semillero de 150 jóvenes y una escuela de formación orientada por profesionales de la música.

Todo eso que parece un sueño, ellos lo están logrando. Tanto, que John Jaime se duele de no poder recibir más jóvenes.

-Da tristeza, porque uno quisiera aceptarlos a todos, pero la capacidad no nos da-.

María Nelly Zapata, una de las maestras de música y que los ha acompañado siempre, admite las dificultades en ese contexto de conflicto en el que subsisten y trabajan. Pero sabe que hay un camino que apenas empieza para una corporación que será un ejemplo de mostrar.

-No hacemos resistencia a la guerra con la música sino que estamos escribiendo una historia en una comunidad muy golpeada-.

Tristemente, la hora de Son Batá parece haber llegado con el asesinato de su líder, Andrés Felipe Medina. Un muchacho que lo único que empuño fue sueños, jamás un arma y murió asesinado a tiros, pero que estaba cumpliendo su gran visión de vida en Son Batá.

A raíz del suceso, la Corporación salió a flote. Y empezaron a llegar apoyos. Del Ministerio de Cultura, de la Alcaldía y de gente que quiere darle un empujón.

¡Cómo no hacerlo si hay talento! Lo tiene Cristian Vélez, un morocho de 22 años al que cuando toca el tambor se le quiere salir el corazón de la dicha. Y le sobra a Wilmer Bonilla, a quien se le eriza la piel cuando canta "Gracias te doy/por darme todo lo que hasta el momento soy/ Andar en tus calles/bañarme en tus ríos/eso no lo cambio yoooo, que hace parte de la canción 'En tu honor', grabada el viernes con apoyo del Ministerio de Cultura y su programa Laso, y que busca eternizar la memoria de Andrés Felipe.

Andrés, ahí van tus sueños. Ese de fusionar en un solo canto la chirimía y los ritmos africanos con el rap de las calles y el break dance. Y ese mayor por el que hoy lucha Son Batá: que en vez de disparos, en las calles se oigan cantos. Que en lugar de ir a sepelios, la gente se aglomere a bailar con la chirimía. Que en vez de armas al cinto, a la espalda cada muchacho lleve colgando un tambor, un timbal, una trompeta...

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