Cantando a Crescencio Salcedo, tan propio de esta temporada: "Yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosa muy buena. Me dejó un iPad; un BlackBerry Torch, una televisión HD, un Kinect y una buena televisión en 3D...".
Este 2010 fue un año vertiginoso en materia de desarrollos tecnológicos. Veloz como el ritmo con el que se obtiene la respuesta a una consulta en el buscador Google.
El dispositivo iPad llegó a las tiendas y revolucionó la forma de acceder a la información, de mirar el mundo, de llevarlo y comprenderlo, de forma casi literal, en la palma de la mano. Semanas más tarde, otras compañías anunciaban que sus tabletas estaban listas para el mercado y con mayores posibilidades.
La ciencia ficción, con la que tantas veces asociamos el futuro, está aquí, la vivimos hoy, la tenemos en las vitrinas. El universo de la tecnología, veloz e inmediato por antonomasia, sacude el mercado, renueva el ritmo de la oferta y la demanda. De la competencia.
Ese universo ubica la vida en otra dimensión: de la conexión, de la interacción permanente. Los teléfonos inteligentes y las tabletas, permiten, sin lugar a hipérboles, llevar la casa o la oficina en ese pequeño dispositivo. Proveen información y un nivel de conectividad que hasta hace unos años era cuestión de películas y libretos futuristas.
Conectividad que se manifiesta como una suerte de estremecedor cambio cultural, en los ámbitos sociales, educativos, empresariales, sociales y profesionales.
Un desafío enorme aparece entonces: ¿cómo estar conectados con ese mundo virtual sin desconectarnos del real? ¿Cómo evitar que los abrazos y los emoticones remplacen la calidez del contacto físico, del abrazo real, del saludo que mira a los ojos? Nuestros amigos y parientes muchas veces nos pierden y nos perdemos de ellos, cuando un pequeño aparato nos absorbe.
Admirable resulta el poder de la investigación y el consiguiente desarrollo tecnológico, pero no debemos evadir la curiosa paradoja que plantea: a mayor interconexión en el mundo virtual, menor interacción en el mundo real. Ese vértigo que ya mencionamos impide, en muchas ocasiones, que nos detengamos a pensar en los hechos y su contexto.
Ya lo decía el profesor Jesús Martín-Barbero, en la entrevista que concedió a este diario hace una semana: "La comunicación tiene que ver con esto que varios filósofos han llamado un ecosistema comunicativo, o lo que ha llamado el filósofo vasco Javier Echevarría, el tercer entorno, el entorno comunicativo, informativo... Si empezamos a vivir y a generar información, empezamos a ser objeto de esta".
El cambio es enorme y amplio, como los desafíos que comporta. Observamos 2011 con expectativa. Se anticipan novedades como la "portabilidad numérica", es decir la posibilidad de portar el mismo número de teléfono celular en cualquier operador; un mayor auge de teléfonos inteligentes, nuevas tabletas, posiblemente con cámara y puerto USB, un nuevo operador de telefonía móvil y más acción en las redes sociales.
Que el año nuevo nos traiga esto y más, sumado a los abrazos, los saludos y los besos reales.
Pico y Placa Medellín
viernes
no
no