Tras el anuncio del aplazamiento del nuevo ciclo de diálogos entre el Gobierno y las Farc, que debería empezar este lunes en La Habana, Cuba, las opiniones están divididas en torno a si esto se debe a que las partes necesitan tiempo para preparar mejor el tercer punto de la agenda, o si es por temas coyunturales que han generado “ruidos” dentro del proceso.
Analistas coinciden en que, si bien recientemente no se han presentado tropiezos en el interior de la mesa de diálogo, temas como las elecciones presidenciales y al Congreso, así como los presuntos planes para atentar contra el expresidente Álvaro Uribe y el fiscal General, Eduardo Montealegre, podrían ser la causa del aplazamiento del inicio del ciclo 17 del proceso, en el que se empezaría a tratar el tema correspondiente a narcotráfico y cultivos ilícitos.
Para el exconstitucionalista Juan Manuel Charry, es necesario tener en cuenta tres puntos que podrían haber causado esta pausa en el proceso: la coyuntura electoral, la información sobre el supuesto atentado contra el fiscal Montealegre y el expresidente Uribe y el margen de tiempo que, tanto el Gobierno como las Farc, necesitan para preparar el tercer punto de la agenda.
“Creo que lo de Uribe ha afectado al proceso porque tuvo un despliegue en medios y una recepción muy negativa para las Farc. Como dijo el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, de ser cierto este supuesto atentado, se afectaría muy seriamente la confianza construida en la mesa. Esta podría ser una de las cosas que afectarían el frágil equilibrio del proceso”.
John Marulanda, experto en seguridad, opina que, si bien la información sobre el presunto atentado es un “ruido” para el proceso y que “tienen que quitarlo para seguir adelante”, un distanciamiento en el interior de las Farc, podría ser un punto a considerar para el aplazamiento hasta el próximo 28 de noviembre.
“Estoy firmemente convencido de que las Farc están divididas. Por supuesto que los que están en La Habana no lo están, entre ellos están haciendo ‘manguala’ para ver cómo pueden sacar lo mejor para salir bien librados en la negociación, pero entre ellos y las unidades que están, básicamente, en el suroccidente del país, es evidente que hay distanciamientos y diferencias de criterios. Quizás este sea un motivo para que haya un alto y traten de analizar cómo lidiar con eso”.
Alfredo Rangel, analista político, expresó que el aplazamiento del nuevo ciclo de diálogos no es más que una estrategia de las Farc y que, el supuesto plan para atentar contra el Fiscal y el expresidente, no son incidentales en esta decisión.
“El Gobierno ha debido condicionar la continuación de los diálogos a un compromiso público de las Farc de no atentar contra la dirigencia política nacional durante estas elecciones. Una exigencia mínima para poder darle alguna credibilidad a esas conversaciones. No lo ha hecho, así que estos aplazamientos pueden ser simplemente incidentales, a hacer consultas por parte de cada uno de los dialogantes”.
El analista agregó que “para las Farc, el aplazamiento de los diálogos y ese ritmo lento de las conversaciones, es parte de su estrategia. Para ellos es ganancia política estar disfrutando de una tribuna en Cuba que les da visibilidad, protagonismo y reconocimiento, como contraparte legítima del Estado para negociar la agenda nacional; eso es una ganancia política absolutamente gratuita porque el Gobierno no les ha exigido ningún tipo de contraprestación, por eso les interesa el aplazamiento al máximo”.
Narcotráfico, el punto más complejo
Los expertos consideran que el tercer punto que se abordará y que se refiere a la ‘Solución al problema de las drogas ilícitas’ podría ser el más complicado a tratar en la mesa de negociación, puesto que es un tema que tiene trascendencia internacional.
“Los demás puntos de la agenda tienen que ver con asuntos internos, pero el narcotráfico es internacional y toca intereses de todos los países de América Latina que están afectados en este momento por la cocaína que producen y mercadean las Farc”, explicó Marulanda.
Por su parte, Alfredo Rangel cree que, en primer lugar “el Gobierno no debería negociar la política antidrogas con las Farc, no tiene ningún sentido hacerlo con el principal cartel. Las Farc, seguramente, no van a entregar sus cultivos de coca, ni sus laboratorios ni rutas, porque han negado insistente y sistemáticamente que son un cartel de la droga”.
Finalmente, Juan Manuel Charry resaltó que lo más grave de este punto “son los recursos que produce el narcotráfico y que permiten que organizaciones criminales tengan capacidad de corrupción de instituciones. Yo diría que, en referencia a la mesa de negociación, las Farc deben reconocer que tienen alianzas con grupos narcotraficantes, decir la verdad y desmontar esas relaciones entre guerrilla y narcotráfico”.
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