En el Oriente antioqueño existen unas bellezas naturales muy atractivas para el turismo. Los chorros del río Cocorná, los mármoles del río Claro, el Samaná y el Calderas, las cuevas del Nus, el embalse y la Piedra de El Peñol, entre otros, son todos dignos de visitar.
Muchos de estos sitios ya son reconocidos con la admiración de nacionales y extranjeros, pero lastimosamente, en algunos, su conservación en manos de particulares deja mucho que desear por la falta de control de los organismos encargados del patrimonio cultural y natural del Estado.
La Piedra de El Peñol, ubicada en el municipio de Guatapé, también llamada El Peñón de Guatapé, es una clara muestra de la falta de conservación.
Basta con observar las construcciones utilizadas como sitios de observación en la cima, el mirador recién construido en el frontis de la piedra, haciendo daño de la estructura de la misma, las escalas con alto grado de inseguridad para quienes las circulan y los puntos de venta de alimentos y bebidas sin ningún control de sanidad.
El Ministerio de la Cultura, encargado de la protección del patrimonio cultural, recientemente intervino la remodelación del Aeropuerto Olaya Herrera, porque las reformas locativas que se estaban realizando no estaban sujetas a las normas de conservación de ese patrimonio. Esa acción fue positiva porque en este caso el Ministerio veló por los intereses de la Nación.
Las piedras de El Peñol, la del Marial y de San Vicente, deben ser declaradas patrimonios naturales y quienes las poseen y administran se sujeten a las normas del cuidado y conservación.
Igual debería hacerse con el cañón del río Claro, las riberas del río Concepción y todo lo que puede convertirse en recurso ecológico, porque les generaría riqueza a las zonas donde se ubican y los proyectaría como un gran potencial de los destinos naturales y turísticos del Departamento.
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