Pasó la jornada laboral correspondiente al martes 22, y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, CSJ, no dio las razones por las cuales, el Alto Tribunal que él preside consideró inválida la terna de juristas enviada por el Presidente Uribe para de ella escoger al Fiscal General de la Nación. Entrada la noche vino el show mediático: el magistrado Augusto Ibáñez salió a intentar quedar bien con todos, con Dios y con el diablo, diría el pueblo.
Afirmó, no por escrito sino verbalmente, sin argumentación constitucional o legal, que la terna es inviable. Tuvo buen cuidado en no utilizar la expresión "rechazar", sino que, a la mejor manera de los sofistas, la denominó "inviable". Pero, ¿qué quiere decir inviable? Según María Moliner podría significar que no es capaz de vivir, que no puede ser realizada. Dicen los abogados que "las cosas son lo que son, y no, como se las llame".
¿Por qué el grupo que hoy suma 14 preferirá hablar y no escribir? ¿Es así como deben actuar los abogados modernos? No puede ser, porque todos los colombianos, ilustrados, ilustres o ignorantes, esperan siempre el cumplimiento de la Ley por parte de cada persona, pero más lo esperan de quienes deben encarnar la majestad de la Justicia.
Fue claro el comunicado de la Presidencia de la República al resaltar que el Gobierno Nacional ha enfrentado sin declive y sin distinción alguna a todos los criminales y que, por lo tanto, tiene legitimidad moral que respalda la terna presentada por el Presidente Uribe. Además, porque "los ternados garantizan la continuidad y compromiso en la lucha contra el crimen".
El nuevo plazo es el primero de octubre. ¿Y dónde quedó su afán -el de los 14- por acabar con la interinidad en la Fiscalía? ¿Y dónde quedará su propia credibilidad? ¿Y dónde, el servicio al bien común? ¿Y dónde, la defensa de la institucionalidad que juraron cumplir? Esperamos conocer sus razones y motivaciones, y tenerlas por escrito para poder entenderlas mejor. Es que las palabras, por más que se las lleve el viento, producen borrascas, consecuencias, dirán los sabios, así sean pronunciadas en las más altas cumbres.
Percibimos, de nuevo hoy, una cierta politización de la justicia, una cierta comedia, que no divina, con actores y actrices de reparto, un nuevo capítulo de la justicia mediática que algunos pretenden imponer. ¿Se habrá perdido la sensatez y la prudencia que debería ser una impronta de todo juez? El analista Alfredo Rangel dijo: "La Corte Suprema de Justicia es un partido más de la oposición".
¿Oposición a qué? ¿Oposición por qué? ¿Oposición para qué? ¿Quién o quiénes serían los beneficiados? ¡Qué bueno que se destaparan las cartas o el libreto! Porque, lo único que tenemos claro es que ninguna de las respuestas le hace bien a la mayoría de los colombianos, personas de buena voluntad que sueñan con un país justo, sólido, seguro y auténticamente democrático.
Algunos dicen a viva voz que el Gobierno le está haciendo presión indebida a la Corte. ¿No será lo contrario? Que es la Corte la que le está haciendo indebida presión al Gobierno. No sólo de forma sino de fondo, a través del espectáculo mediático a cuentagotas, de la demora y de la falta de pronunciamiento escrito y razonablemente razonado, como debe ser todo acto legal, como deben hablar los jueces. Señores de la Corte: Pronúnciense como es debido.
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