La supervivencia en el sector del automóvil en Estados Unidos se ha convertido en una carrera maratoniana en la que la disponibilidad de dinero es crucial para resistir hasta que termine la crisis económica.
Hasta principios de año, los tres grandes fabricantes de automóviles estadounidenses (General Motors, Ford y Chrysler) habían diseñado sus planes de reestructuración con la idea de que su supervivencia dependía de manera básica de sus aciertos, o fallos, en el mercado.
Pero en pocos meses, la situación cambió de forma radical. La crisis económica estadounidense y la meteórica ascensión de los precios del petróleo han hecho que los Tres Grandes de Detroit ya no puedan depender de sí mismos para capear el temporal.
La cuestión ya no es si las medidas puestas en vigor para reestructurar sus líneas de producción son suficientes para, primero, mejorar su competitividad frente a los fabricantes asiáticos y segundo para atraer a los consumidores a sus concesionarios.
La cuestión ahora es si cuentan con suficiente dinero -o respaldo económico- para mantener las luces encendidas hasta que el temporal, que ya tiene apariencia de huracán, haya pasado.
La firma Merrill Lynch planteó esta cuestión, con otras palabras por supuesto, a General Motors al indicar que la suspensión de pagos del mayor fabricante mundial ya no es algo descabellado ni "imposible".
El analista de Merrill Lynch John Murphy justificaba sus conclusiones al considerar que GM necesitará hasta 15 mil millones de dólares en efectivo hasta el 2010 cuando se espera que la economía estadounidense se recupere al igual que las ventas de carros. Murphy dijo que "el principal cambio en nuestra perspectiva es una previsión baja de ventas" a 14.3 millones de unidades.
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