Aún no acaba el Mundial de fútbol en Brasil y en Medellín tampoco disminuye la fiebre que se propagó por la buena presentación de Colombia en el certamen.
El amor por el equipo patrio es un fenómeno que impresiona y contagia.
Hasta los dueños de animales han vestido sus mascotas con camisetas y cuanto souvenirs encuentran de colores amarillo, azul y rojo.
Si la camisa no es original, eso es lo de menos, lo realmente importante para los aficionados es llevar puesta la indumentaria que identifica a todo un país.
Y en medio de esas compras aparecen los que apagan el fuego en esta necesidad cultural: los vendedores. Ellos no niegan su felicidad por el buen balance que han tenido, pero también, en medio de esa emoción, se muestran sorprendidos, pues jamás pensaron que sus prendas tuvieran tanta demanda y se fueran a agotar tan rápido.
Alegría compartida es lo que produce el elenco tricolor.
Pico y Placa Medellín
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