"¡Hombre! No digás esas palabras frente al niño!", "¡eh! qué boquita!", "oíste, seguí hablando así y te lavo la boca con jabón".
Creo que nos sobran las frases para reprender a aquellos que hacen uso completo del diccionario de malas palabras que tenemos los antioqueños en nuestro diario hablar. Por lo regular no le decimos a un conocido: "¡hola, amigo!", le decimos "¿q'iubo güevón?". No le decimos "hombre, ¿cómo se te ocurre?", le decimos "¿vos sos marica?".
Estamos martillando un clavo, de repente el martillo nos "machuca" el dedo gordo y decimos "oh, Dios, qué dolor". No, lo que de verdad decimos es "¡ah! ¡Vida h.p."!
Es así, muchos antioqueños hablamos mal, pero lo hacemos por lo regular en nuestros ambientes de confianza, ante situaciones específicas o sencillamente lo hacemos siempre con una palabra u otra entre conversaciones.
Hace algo más de una semana un amigo me envió un correo con un vínculo a YouTube con el título: "La llorona del metrocable".
Cuando lo abrí me encontré con una señora bastante atemorizada por este medio de transporte, que se largaba a echar madres como si sus palabras la fueran a salvar de -según ella- lo peor que han construido en Medellín: el ganador de premios internacionales y ejemplo en Suramérica: el metrocable de Medellín.
En fin, incluso llegué a reírme con el video y, no lo negaré, lo envié a varios amigos y lo mostré a otras personas, con una que otra risa pero, sobre todo, bastante impresionado. Algo quedó claro después de ver las imágenes: si el metrocable ganó premios internacionales, doña Gloria, "La llorona del metrocable", es merecedora del galardón de oro a vocabulario más escueto; sin embargo, más soez.
Pasados algunos días seguí viendo personas riéndose con el video, montajes en Facebook, el mismo tema en noticieros del país, entre otros; cosa que empezó a cansarme de algo que alguna vez me causó cierta gracia. Ya saturado del asunto y sin entender bien qué fue todo el alboroto, me enteré de que doña Gloria ya es figura en la radio. Tendrá su ventana en el medio donde llenará los oídos de los antioqueños con su coloquialismo.
Imagino que doña Gloria será un elevador inmediato de ratin g. El hecho de poder contar con una figura de semejante importancia hará llegar hasta las nubes el número de oyentes, que seguro no se pierden película colombiana esperando que Víctor Mallarino diga "¡Jueputa!", levantando una sola y sexi ceja para reventar en carcajadas.
Sin embargo, hay algo que me pregunto: ¿para qué gastar tanto tiempo en frases como "¡hombre! no digás esas palabras frente al niño!", "¡eh! qué boquita!", "oíste, seguí hablando así y te lavo la boca con jabón", si los niños tendrán una gran maestra de la lengua española a unos pocos giros del dial de distancia?
Pero si de algo no me cabe duda es que, mientras la Alcaldía monta una campaña llamada Medellín la más educada , la radio paisa prefiere que Medellín sea la más malparada.
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