El cambio de gobierno ha traído un gran optimismo en el país, no solo por el nuevo estilo que ha impuesto el presidente Santos en sus relaciones con las Cortes y con nuestros vecinos, sino también por el énfasis que su gobierno viene dando a los temas sociales, al empleo, la atención a las víctimas, la restitución de tierras, los derechos humanos, las minorías étnicas, el medio ambiente, etc.
Todo lo anterior enmarcado dentro de una propuesta de crecimiento económico, transparencia administrativa y buen gobierno.
En el campo del desarrollo, el Gobierno ha definido cinco locomotoras: el sector agropecuario, la minería, la vivienda, la infraestructura y la innovación, cada una de ellas conforman sectores estratégicos que además de jalonar el crecimiento económico permitirán la creación de empleos y cerrar en parte la brecha de la pobreza y la inequidad.
El Presidente, además, ha enfatizado en sus discursos la importancia de la protección del medio ambiente y el respeto por la diversidad cultural de nuestro país, dentro del propósito de unidad nacional. De esta manera se cierra el círculo para garantizar un desarrollo sostenible.
Todo lo anterior se debe hacer dentro de severas restricciones fiscales y buscando fórmulas creativas que le permitan al Gobierno contar con los recursos para la ejecución de su programa.
Es por eso mismo que se ha propuesto hacer una reforma al sistema de regalías producto de la explotación de los recursos naturales no renovables, tales como la minería y los hidrocarburos, ambas actividades generadoras, no solo de impactos ambientales, sino también sociales y culturales cuando su explotación coincide con territorios de minorías étnicas.
Es este uno de los temas que viene generando un amplio debate entre diferentes sectores y requiere de una institucionalidad fuerte y vigorosa para garantizar que su explotación se realice con todas las garantías y consideraciones para la protección de los ecosistemas y con el debido respeto a los derechos de las minorías étnicas.
Comparto plenamente la necesidad de que se establezcan unas nuevas reglas para la distribución de las regalías. Unas reglas que incorporen severos mecanismos de control y penalización cuando estas sean despilfarradas.
Tal como están las cosas, el actual sistema de regalías solo ha servido para fomentar la corrupción y el clientelismo, los ejemplos abundan a lo largo y ancho del país. Obras inconclusas y elefantes blancos en el mejor de los casos y situaciones extremas en municipios como la Jagua de Ibirico, donde todas las regalías se las han robado y varios de sus alcaldes se encuentran presos, cuando no prófugos de la Justicia. Esta situación no puede continuar así y es por eso mismo que todos los esfuerzos que se hagan para enderezar el rumbo y propender por la distribución equitativa de beneficios, la redistribución justa que llegue a todos los rincones del país, el establecimiento del fondo de compensación y todos aquellos otros mecanismos para un buen manejo es bienvenido.
Tomando en cuenta todo lo anterior extraña que dentro del sistema de distribución propuesto por el Gobierno no se haya contemplado destinar por lo menos un 10% del total de las regalías a la protección de los recursos naturales renovables.
Sin recursos es difícil garantizar la protección del medio ambiente. Este es un tema sobre el cual debe reflexionar el Gobierno, con el fin de que las propuestas planteadas por el Presidente en sus discursos se puedan llevar a la realidad.
Por demás, esta es la forma más eficiente de garantizar el futuro de la base natural de la cual depende el desarrollo del país y sembrar las regalías con una visión de largo plazo.
* Ex Ministro de Medio Ambiente
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