En el Evangelio de este domingo (Lucas (19,1-10) aparece la historia de Zaqueo, un hombre muy rico y muy pecador. Constatación normal en el Evangelio de Lucas donde Jesús dice varias veces que acumular riquezas cuando alrededor hay muchos pobres es un gran pecado. Lo que no es normal es que Jesús saluda a Zaqueo, el rico pecador, y le pide que lo reciba en su casa. Por esto, Jesús es inmediatamente criticado. Nada extraño, pues así siguen criticando a los seguidores de Jesús. Y Jesús responde a las críticas diciendo: “yo he venido a buscar a los que están perdidos”. El relato muestra que Zaqueo salió de la oscuridad en la que andaba perdido después de esa visita de Jesús.
La lectura del libro de la Sabiduría (11,22-12,2) es la introducción a esta historia de Zaqueo. Los pecadores no son solo los ricos. Los pecadores estamos por todas partes. Pecadores los constructores irresponsables, los políticos corruptos, los guerrilleros, los banqueros fraudulentos que destruyen el ahorro de los pobres, los paramilitares que masacran y los militares que hacen falsos positivos. Pecadores nosotros. Y el libro de la Sabiduría hace esta oración al Dios de los pecadores: “Tú amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho… Tú tienes compasión de todos… porque en todos está tu espíritu inmortal. Tú no te ensañas sobre los pecados de los hombres, y esperas que cambien y se arrepientan”.
Nos creemos buenos, y nos escandaliza que Jesús haya venido a buscar a los que comenten errores, a todos nosotros cuando la embarramos. Pero Dios se acerca a nosotros. No lo hace para que todo quede igual sino para mostrarnos su cercanía y para cambiarnos.
Jesús no llegó a la casa de Zaqueo condenándolo o agrediéndolo, pero la conversación de esa noche tuvo que ser muy seria. El Evangelio dice que al final este cobrador de impuestos corrupto, conmovido por la cercanía de Dios, cambió. Resolvió dar la mitad de sus riquezas a los pobres, aceptó que gran parte de lo que había ganado era robado, y decidió que devolvería cuatro veces más a todos los que había robado.
Por eso las lecturas de este domingo tienen un mensaje social que puede resumirse así: este país es viable si lo construimos entre todos, pero todos tenemos que cambiar para que todos en Colombia seamos posibles.