Dos cebras de cemento tienen sus patas en la acera del centro comercial Sandiego; sus manos, en la de Almacentro; su tronco está encima de la Avenida, y sus cabezas en el muro del segundo de esos dos establecimientos.
Es una mamá cebra que, como todas las de su especie, cuida a su cría en el cruce de un lugar tan peligroso como éste, una vía tan transitada.
Esa, la de la protección, es la idea que quisieron plasmar los artistas Catalina Arango, Héctor Alonso Meneses y Darío Méndez.
Ellos atendieron la convocatoria de la Secretaría de Cultura Ciudadana para la intervención artística de algunos puentes de la ciudad, que intenta alertar a los peatones sobre la conveniencia de usar los puentes y así evitar que los atropelle un auto o una motocicleta. Y ganaron la de ese sitio.
La cebra también es un signo hecho de líneas blancas sobre negro pavimento, que muestra a los transeúntes por dónde deben cruzar las calles con seguridad.
Por eso, los artistas se aplicaron en consultar sobre el animal solípedo de África, cuya simpática imagen da origen a ese frío signo de las urbes.
"Y nos encontramos con que ellas, las cebras, andan en manada y protegen con excesivo celo a sus bebés. Entonces propusimos esa imagen del animal y su cría, para llamar la atención de los transeúntes de la necesidad de cuidarse y cuidar a los niños en este cruce tan peligroso".
La gente que pasa por allí, carrera 43 A, ve por estos días los trabajos. Algunos motociclistas se detienen un momento para tomarle una fotografía con su teléfono celular. Hay peatones que se hacen tomar fotos al pie de una de las dos columnas, es decir, de las patas o las manos de esos animales, antes de seguir de largo. También hay quienes se detienen para preguntarle a los artistas, a los que ven con pinceles y brochas en mano y con sus ropas embadurnadas, por qué no pintan también el puente que da al Zoológico Santa Fe y, en general, todos los puentes peatonales de la ciudad. Pero ellos no tienen la respuesta.
Estos tres artistas se encargan de la pintura de las cabezas, porque son "más delicadas y artísticas". El resto del cuerpo, un tronco de 32 metros de largo, patas y manos, los pintan obreros de la compañía de ingenieros al mando de Fernando García. La pintura blanca es de tráfico o sea con la que pintan las señales de tránsito. Ésta posee micro esferas, para que, en las noches, con las luces de los autos, sobresalga.
Hace cinco días que están pintando y aún no aparecen las cabezas. Si el invierno cede un poco, la obra quedará lista el viernes o el sábado próximos.
"El ojo de la mamá cebra quedará notorio, vigilante. Como si ella mantuviera atenta a que los peatones también crucen la vía con cuidado", adelanta Catalina.
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