Chocó es un símbolo del olvido en que Colombia mantiene sus mares y regiones costeras. Mientras en el país cerca del 28 por ciento de la población reside en viviendas inadecuadas, con hacinamiento crítico, inexistentes o malos servicios públicos, niños que no van a la escuela y alta dependencia económica, en Bogotá ese indicador es del 9,20 por ciento y entre los chocoanos bordea el 80 por ciento.
¿Se necesita más prueba de abandono, justo en el único y privilegiado departamento que tiene acceso al Atlántico y al Pacífico?
El desperdicio es más que centenario. Francisco Restrepo Gallego, experto en prospectiva, recuerda que los españoles entraron a Colombia por el Caribe. A los que no los mató el oro, los acabó la malaria y los sobrevivientes remontaron el río Magdalena y fundaron un sistema de ciudades andinas. El poder económico, político y social tiene ese sello. En el mal llamado triángulo de oro, formado por Medellín, Bogotá y Cali, se concentra más del 60 por ciento de la población y de la generación de riqueza.
Para el analista, eso es nefasto, porque en el mundo globalizado los intercambios comerciales tienen como pilares fundamentales las costas y puertos marítimos.
La geopolítica también causó sus estragos. Dice Restrepo Gallego que "el Caribe fue el gran mare nostrum del siglo XX, donde se movieron las relaciones económicas militares y políticas entre Estados Unidos y Europa y nosotros jugamos ahí un papel muy marginal". En los 80, con el protagonismo de los tigres asiáticos -Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán- y luego con el éxito de Japón y la India, el péndulo se movió hacia el Pacífico, abriendo un escenario de oportunidades económicas y políticas para Centroamérica y Colombia.
"El Pacífico, la costa americana, la asiática y la de Oceanía, tienen hoy más de la mitad de la población mundial. Participa con el 65 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y cada año gana más participación. Ahí, agrega Restrepo Gallego, están las apuestas de tecnología y desarrollo industrial". Colombia las tiene al frente, pero sus malos puertos y las débiles economías costeras, revelan de nuevo el desperdicio de su afortunada posición geoestratégica.
Con un agravante, citado por el analista: el mal vecindario. Con ello se refiere "a los últimos regímenes populistas de izquierda, como Nicaragua, Venezuela y Ecuador que, en términos de geopolítica militar, forman casi una tenaza, que se complica por el apoyo que esos países le han dado a la subversión en Colombia".
Restrepo Gallego finaliza diciendo que los dos mares son importantes desde el punto de vista económico y social, pero también para la geopolítica y las relaciones internacionales. No obstante, "los 77.000 kilómetros de mar que perdimos con Nicaragua no le han dolido a nadie. No nos hemos dado cuenta de que nos quitaron en buena medida la tajada económica en la Cuenca del Caribe y, según entiendo, Nicaragua quiere más. Creo que nuestras costas son muy importantes, pero no las ve uno en la agenda de prioridades de este gobierno, alguito hubo en el anterior, a pesar de ser un asunto prioritario para el desarrollo del país".
El Gobierno de Santos guarda silencio sobre el tema. Desde el 4 de marzo se solicitó por escrito su opinión, a través del ministro de Comercio, Industria y Turismo, Santiago Rojas Arroyo, pero no hubo respuesta alguna.
No hay política pesquera
Para Javier Díaz Molina, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), el poco interés por los mares en Colombia se patentiza en la falta de una política pesquera, que lleva, entre otras consecuencias, a que el bocachico, que es nativo, se importe de Argentina, y el bagre de Vietnam.
Para el líder gremial, "el Gobierno, y particularmente el Ministerio de Agricultura, ha sido incapaz de desarrollar esa política pesquera, para generar empleo en las dos regiones. Eso está ahora en manos del Ministerio de Ambiente, que define una política de prohibicionismo, de no se puede, no se puede. No hay una cuantificación de los recursos que se tiene y así es imposible definir una política".
Díaz Molina trae a colación que cuando se estaba en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, se hizo una ronda en Lima que se aprovechó para dialogar con las autoridades pesqueras peruanas. Se habló de un acuerdo de cooperación, que permitiera hacer el estudio de prospección pesquera en el Pacífico. Para ello se requería de un interlocutor público, que además firmara, y hasta el momento no ha aparecido.
Para el presidente de Analdex, "esa carencia aplica por igual para el Atlántico, pues no sabemos qué recursos hay debajo de esas aguas y entonces las vedas se manejan es de acuerdo con las importaciones".
El abandono estatal atrofia el desarrollo de las zonas costeras. Díaz Molina explica que buena parte de la actividad pesquera que tenía el Pacífico "fue permeada por el narcotráfico. Buenaventura se debate entre la mafia, la guerrilla y las bandas criminales. La actividad portuaria es importante, pero no irriga sus beneficios a toda la población. La pobreza es inmensa en todo el Chocó y parte de la solución podría ser una política pesquera que abriera nuevas fuentes de empleo. Pero, todo eso se ha desaprovechado".
"Lo que pasa con los mares se replica en todas las potencialidades del país. Tenemos todo: clima, riquezas naturales, posibilidades de producción agropecuaria, posición geográfica estratégica y, sin embargo, no estamos sacándole partido a nada. Pareciera que consideráramos estos recursos como inagotables y no nos hemos preocupado estrictamente por su protección y recuperación".
La afirmación es de Gabriel Ceballos Echeverri, director Ejecutivo de Corpourabá. Hasta la infraestructura portuaria sigue en pañales -a pesar del amplio abanico de tratados de libre comercio que ha firmado Colombia- restándole así puntos al país en materia de competitividad internacional.
El abogado, especializado en gestión ambiental, se pregunta por qué los puertos de Urabá no están construidos y por qué si el mar está a solo 300 kilómetros de Medellín, los industriales siguen privilegiando los más distantes terminales de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena.
Parte de la explicación que el mismo Ceballos Echeverri da, es que Urabá es un recién llegado al escenario público colombiano y el Estado, aunque ha venido prestando allí sus servicios, aún no tiene una presencia relevante. Adicionalmente, la inversión privada ha tenido una visión extractiva y no de asentamiento y desarrollo futuro, y ni siquiera las utilidades se reinvierten en grado sumo en la zona.
¿Cambiará esto con las Autopistas de la Prosperidad?
Sí, pero a juicio del director de Corpourabá, tampoco hay necesidad de esperar a que esta obra esté culminada para viabilizar los desarrollos portuarios: la infraestructura que tienen montada los bananeros les da en la actualidad para exportar dos millones de toneladas anuales de fruta y podrían duplicar esa capacidad sin necesidad de mayores adecuaciones.
"En la región de Urabá -añade- existen posibilidades para trabajar como zona franca, como almacenes de depósito suficientes, la zona tiene régimen aduanero especial para optimizar las operaciones y se puede movilizar más carga. A esas bondades les viene bien el mejoramiento de las carreteras. Hoy en seis horas se va de la capital antioqueña a Apartadó y cuando la vía esté completa, podremos ir a almorzar a Medellín".
Excluyeron a Chocó
"Para el gobierno de Santos no es importante la costa Pacífica, ya que esta no fue tenida en cuenta en ninguno de los megaproyectos que pretende adelantar el Ministerio de transporte", indica Germán Lucumí Rivas, presidente de la Sociedad de Ingenieros del Chocó.
Esa exclusión es inexplicable para el ingeniero. Chocó es bañado por los dos mares, tiene tres grandes ríos, Atrato, San Juan y Baudó, "que son unas verdaderas autopistas para el transporte de carga multimodal, ya que recorren el departamento de sur a norte y de oriente a occidente" y posibilitan la construcción de un canal interoceánico. También se reclama la construcción de un gran puerto de aguas profundas, que podría recibir cargueros de última generación y ayudaría, en su sentir, a descongestionar puertos como el de Buenaventura.
En este último terminal, un barco se demora cuatro días para coger el turno y hay que meter dragas para que entren los buques grandes y modernos.
Claro que de por medio hay celos e intereses regionales. Según Lucumí Rivas, "un país que quiera ser competitivo debe tener un puerto por cada 100 kilómetros de costa, y no es como lo pregonan falsa y egoístamente los hermanos del Departamento del Valle del Cauca, que la construcción de un puerto en Chocó, acabaría con el puerto de Buenaventura y se oponen a la construcción de cualquier proyecto de infraestructura de transporte que se presente por nuestro territorio".
¿Qué hacer, entonces?
Para los ingenieros del Chocó, el aprovechamiento de nuestros mares pasa por un cambio de actitud de la dirigencia nacional, que por fin se decida a mirar a este departamento como puntal del desarrollo del Pacífico, lo cual, además de mayor inversión social, pasa por los puertos, las vías y una gran central hidroeléctrica para aprovechar la riqueza hídrica.
Javier Díaz Molina recomienda aprender del desarrollo pesquero de peruanos y chilenos, pero comenzando por saber de qué magnitud y calidad es la riqueza de nuestros mares. Como positivo considera el hecho de que, al menos en el discurso oficial, ya se esté mirando más de frente hacia el Pacífico.
Francisco Restrepo Gallego, anota que si un país tiene voluntad política y recursos, pues acomete esas transformaciones con cargo a su propia caja. Pero si no tiene la plata suficiente para infraestructura, puertos, ciudades industriales, le toca abrirse a las concesiones internacionales.
Modelos cercanos no faltan y coincide con Analdex en los casos de Chile y Perú. "Aquí no hemos creído el caso del Perú, que ha crecido al 6 y 7 por ciento desde hace días, ni lo de Chile desde la época de Augusto Pinochet. Ambos no tenían recursos y hoy se están aprovechando de la cuenca del Pacífico".
A Restrepo Gallego no le gusta mucho el caso de Ecuador, básicamente por su régimen político, pero no por ello deja de abonarle su reorientación en infraestructura hacia el Pacífico y en educación, ciencia y tecnología. El capital semilla se los dio el petróleo y el apoyo de naciones como China. Hoy, los ecuatorianos ya marcan sus progresos en las estadísticas internacionales. ¿Cuándo lo hará Colombia?.
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