Algunas de las ideas que expresaré en este escrito no son mías; me las han dado algunos lectores, cuando me escriben comentando mis artículos. Es posible que no estén textuales pero sí resumen lo que entendí.
Ahora, cuando un periodista en un acto encomiable y valeroso expresó su mea culpa públicamente, salió otro a proponer que se haga una especie de juzgamiento a quienes recibieron estímulos, publicidad o tuvieron vínculos con DMG; propone que alguno de los gremios que los aglutinan los examinen y los valoren. En esto de definir los niveles éticos del comportamiento humano la subjetividad siempre estará presente.
En mi opinión, es un paso muy significativo que se estén pellizcando, no sé si muy profundamente o no, con respecto al trabajo que hacen y es que en ese mea culpa, Díaz Salamanca reconoció equivocaciones que no son suyas solamente y que tienen que ver con ese oficio del comentario mordaz, dañino, incendiario y, en fin, todas esas gamas que hacen que un programa sea más o menos morboso y que con esa estrategia busque la audiencia o el mejoramiento de la audiencia.
Infortunadamente no todos entrarán en esa tónica. Hay algunas emisoras cuyos programas de opinión son más bien unas salas de juzgados éticos en donde se destruyen honras y se acaba con el prestigio de las personas, sin conocerlas siquiera, pero que por razones inentendibles a la luz de la razón simple o por intereses económicos de los ¿periodistas?, casi siempre acuden a calificar comportamientos con sus exiguas bases de capacidad ética.
Cada uno tiene sus principios y éstos se fundamentan en las convicciones, pero cuando éstas varían según el estímulo económico, los juicios de valor que ellos emiten se convierten en una injuria que raya en los límites de la ley, si es que no la transgrede.
Así tenemos como mínimo una en nuestros diales, afortunadamente los colombianos tenemos criterio suficiente para desentrañar todas esas malas leches que se esconden detrás de esos comentarios. De no ser así, desde hace mucho estaríamos matándonos entre todos.
Esa en especial es el mosco en la sopa que nunca ha de faltar. Uno la escucha y no encuentra una nota positiva y en la voz de sus comentaristas se siente el morbo de quien disfruta dando malas noticias y que se regodean destruyendo prestigios. Con su vileza como guía, pretenden arrastrar a sus fangales a quienes atacan.
De todos modos, un feliz año 2009 lleno de paz interior en cada uno de nosotros.
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