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Se acaba la incertidumbre, crece el dolor

Tres familias aún esperan el rescate de sus seres queridos del Space. Del edificio derrumbado han sacado 8 cadáveres.

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    Se acaba la incertidumbre, crece el dolor |
24 de octubre de 2013
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Las máquinas se silenciaron. Las decenas de socorristas que adelantaban la remoción de escombros se detuvieron. No había amanecido y ya habían rescatado a otra de las personas que quedaron sepultadas bajo una montaña de escombros de la torre seis que se desplomó en el conjunto residencial Space.

Era Jaime Botero Botero, el segundo de los dos hermanos que trabajaban en el refuerzo de la torre que tenía fallas estructurales.

"Estaba a diez centímetros de su hermano", indicó Claudia Restrepo, la vicealcaldesa de Educación.

A su hermano, Juan Carlos, lo habían rescatado, también sin vida, ayer. Parecía increíble que estuviera tan cerca, a diez centímetros, y hubieran llegado a él varias horas después. Este asunto demuestra la dificultad de las labores de rescate. Sin embargo, que lo hubieran hallado no significaba que lo hubieran extraído de los escombros. Los socorristas habían descubierto una parte del cuerpo del técnico electricista de 47 años. Su retiro del lugar ocurrió después de las 6.

No bien habían vuelto a reanudar las labores, cuando otra vez el silencio y la parálisis en las actividades. Habían encontrado otro cuerpo. El de Ubeimar Contreras, el vigilante de la empresa Baluarte.

De él, que solo llevaba una noche en Space, su hermano, Wilmar había dicho el día siguiente del desplome de la torre: "Tenía miedo. Miedo de trabajar en un edificio que, según habían advertido, no soportaría mucho tiempo".

Que antes de las ocho de la mañana de ayer ya llevaran dos cuerpos rescatados, hacía pensar que sería un día movido en este sentido.

El movimiento fue de personal de rescate y de máquinas. Dos grúas gigantes ayudaban a quitar bloques de concreto; dos retroexcavadoras pequeñas trabajaban a todo vapor. Enredaban sus palas en marañas de hierros y en otras de tuberías. Una máquina que tiene un alicate gigante se encargaba de cortar las lozas que estaban ahí tiradas como si fueran galletas.

La montaña de escombros decrece (han sacado más de 2.900 toneladas) y con ella crece la esperanza de que la angustia de la incertidumbre de las tres familias que esperan a sus seres queridos, termine de una vez por todas n

Jaime Botero, la séptima víctima mortal que fue rescatada ayer en la madrugada por los organismos de socorro, laboraba hace 25 años en la empresa familiar Ingemet S.A.S., que fundó con su hermano Juan Carlos Botero.

El técnico electricista de 47 años era soltero, no tenía hijos, y su hermano Mauricio Botero lo recuerda como una persona "muy introvertida, humana, trabajadora, honesta y colaboradora. Era muy buen hijo, gran hermano y tío".

El cadáver fue avistado cerca a la zona donde quedaba la cancha de squash de la urbanización hacia las 4 a.m. de ayer y los socorristas pudieron sacarlo del sitio a las 5:30 a.m.

Por ser un hombre correcto, educado y prudente, sus familiares dicen que todos lo querían. "Era un luchador y emprendedor, con ganas de salir adelante", recuerda Mauricio.

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