La Navidad permite licencias y lo que nació hace 1.300 años hoy exhibe nuevas y cautivadoras reinterpretaciones.
Cuenta la leyenda que San Bonifacio fue quien cortó un árbol de pino y lo decoró con manzanas y velas. En su tarea evangelizadora en Alemania, él esperaba que el pino, por su carácter perenne, simbolizara la luz eterna de Jesucristo por el mundo.
La tradición llegó siglos después a América Latina. Todavía hay quienes la conciben como una práctica pagana, que se aleja de la celebración de la natividad de Jesús, sin embargo, está presente en la mayoría de nuestros espacios.
Mucha gente ha decidido que el árbol de Navidad es un elemento decorativo digno de que la creatividad diga presente. Algunos ejemplos.
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