Corrida histórica la de este 19 de febrero en La Macarena. Primero por la consumación del arte del toreo por Manuel Jesús El Cid por dos faenas. Segundo por la concesión de rabo que hacía 55 años no se concedía en la plaza de Medellín. La última según el libro La Macarena Cincuentenaria había sido cortada por Luis Miguel Dominguín el 30 de abril de 1956, cuando el astro madrileño regresaba de Panamá con su esposa Lucía Bosé y el recién nacido Miguel (hoy el cantante Miguel Bosé). En el cartel con Dominguín actuaron Calesero, de México y Pablo Lozano, de España.
El tercer hecho histórico ha sido que así como el toro Talabartero de Ernesto Gutiérrez, el de aquel año 56 perteneció a la ganadería Dos Gutiérrez antiguo hierro de los hermanos Ernesto y Hernán que debutaba en Medellín tras las importaciones hechas desde España en 1952.
Bien vale la pena esperar tras varias corridas deslucidas para toparnos con esta apoteosis que nos brindó El Cid en sus dos toros, cortando en total cuatro orejas y un rabo. Apoteosis que yo no creo recordar aquí en mis más de sesenta años viendo toros. Hablemos del encierro de la ganadería Ernesto Gutiérrez. El primero un toro alto fuera del tipo corriente de esta dehesa, fue bronco, flojo de remos y rematando con la cabeza alta sin permitir mayor cosa de Puerto. El resto cumplió a excepción del cuarto que terminó rajado en tablas.
En el primer toro número 49, El Cid dictó una verdadera cátedra. Con que suavidad lleva el burel al caballo como acariciándolo. Majestuoso con la capa, pero lo más grande estuvo en la muleta iniciando su faena en los medios con tandas de naturales que con más temple y arte imposible. Da tregua al toro para que se reponga distanciándose con andares solemnes. Como el toro no tenía mucha fuerza vuelve a ligar faena a base de derechazos con lentitud impresionante, haciendo que aquel se repitiera para que la plaza reventara en las mayores aclamaciones de la feria. Fue un verdadero concierto ejemplo de elegancia, aseo y arte finiquitado con gran estocada para cortar las orejas.
En el quinto faltan los calificativos para una faena en su mayor parte ejecutada con la mano izquierda, la que llaman de cobrar, en la que el toro se crece como mostrando su complacencia por la maravillosa lidia. El Cid emocionado por la aclamación del público se embriagó con el deleite del buen toreo. Es que es de Sevilla, paisano de Pepe Luis, Paco Camino y Curro Romero a quienes recordamos en nuestros pretéritos viajes a La Maestranza. Tembló la estructura de la reformada Macarena quedando a prueba su ingeniería- Se indultó este buen Talabartero en tarde que quedará escrita en letras de oro en la historia de nuestra plaza.
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