El anuncio del desmonte gradual y sectorizado, a partir del 2 de julio, de la medida de pico y placa que ayer hizo el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, representa un pacto de ciudad por la movilidad.
La restricción vehicular por placas, decretada desde febrero de 2005, fue una decisión de coyuntura que buscaba, entre otros objetivos, aliviar las congestiones en sitios clave de Medellín mientras se adelantaban obras de infraestructura vial en corredores y vías estratégicas de la ciudad, entre ellas las del metroplús.
Como ha sucedido en las demás ciudades del país donde funciona la restricción, el volumen de vehículos en circulación se ha incrementado exponencialmente, pues los usuarios con alguna capacidad económica decidieron comprar un segundo o tercer carro para esquivar el pico y placa.
No por madrugar más amanece más temprano, dice el adagio, y la restricción vehicular cumplió su cometido en una primera fase, pero era insostenible en el tiempo.
Así como el pico y placa no resuelve de tajo los problemas de movilidad de una ciudad que ha crecido en lo urbano, pero no en su infraestructura vial, el desmonte de la medida obliga un cambio en la cultura ciudadana y un compromiso de todos para superar el atraso en materia de transporte público masivo de pasajeros.
No es construyendo más vías ni vendiendo más carros particulares que vamos a superar los tacos de cada día. Es con un sistema integrado de transporte masivo eficiente, seguro y con tarifas razonables, como lograremos desestimular el uso del vehículo privado, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y contribuir a un desarrollo ambientalmente sostenible y sustentable.
El Alcalde ha cumplido con una de sus promesas de campaña, pero seremos todos los que completemos la tarea, pues el pico y placa es apenas uno de los componentes de la movilidad de Medellín.
Ahora más que nunca es urgente poner en marcha el metroplús y articularlo con el metro, mientras se comienzan las obras del tranvía de Ayacucho y la 80, ejes fundamentales para desembotellar el Centro y el Occidente de Medellín. El papel del sector transportador será fundamental en esta nueva etapa.
Las metas fijadas dentro del Plan de Desarrollo de Medellín son ambiciosas en la construcción de más kilómetros de vías, así como en la modernización de todo el sistema de control de tráfico, desde la semaforización hasta la construcción de nuevas ciclorrutas.
La tecnología aplicada a la movilidad es insuficiente si no va acompañada de autorregulación y cultura ciudadana. La pedagogía resulta un imperativo en esta nueva fase, pero no será una tarea que se le deja únicamente a la administración municipal.
Medellín tiene que tomar conciencia, y actuar en consecuencia, de la compleja situación vial que ha traído el crecimiento urbano, en muchos casos sin planeación, y del boom de las motocicletas.
Las dramáticas cifras sobre accidentalidad en las vías del Área Metropolitana, y las 309 víctimas fatales que se registraron durante 2011 en Medellín, no pueden ocultarse bajo el tapete de asfalto sobre el que muchos quieren seguir transitando, sin asumir más responsabilidades de las que dictan las normas.
Si Medellín es un hogar para la vida, como lo propone el Alcalde, el desmonte del pico y placa tiene que ser el comienzo de un mayor respeto por los peatones, más disciplina de los motociclistas y más sensatez de los conductores.
Pico y Placa Medellín
viernes
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