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El encanto perdido del gran Maracaná

Los propios brasileños extrañan muchas cosas que el modernismo se llevó. El 2 de junio será reinaugurado.

  • El encanto perdido del gran Maracaná |
    El encanto perdido del gran Maracaná |
18 de mayo de 2013
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"Era más funcional el Maracaná viejo y sólo necesitaba unos ajustes, porque en el 2007 lo habían remodelado bien".

El Maracaná, donde, durante 62 años se le ha rendido culto a los dioses del fútbol, empezó a dividir a los brasileños.

Los modernistas resaltan el nuevo toque de tecnología que llegó gracias a una inversión de 400 millones de dólares para el Mundial de 2014. Pero los nostálgicos se disgustaron, porque lo único que se mantuvo intacto fue la fachada del escenario construido en 1950.

Mientras José María Marín, presidente del Comité Organizador resalta la nueva pinta del escenario, los periodistas Jorge Luiz Rodrigues (diario O Globo) y Lúcio Castro (Espn) coinciden en que el estadio, que ha visto pasar por su gramilla a Garrincha, Pelé, Rivelino, Zico, Maradona y Eusebio, entre otras grandes figuras de este deporte, perdió su encanto.

"En Río de Janeiro no salimos del asombro, porque se invirtieron más de 400 millones de dólares para afectar nuestro patrimonio y herir el sentimiento", cuenta Jorge Luiz.

Y lamenta que cuando llega al Complejo Deportivo Maracaná, con una extensión de 195.000 metros cuadrados, escucha continuamente el inconformismo por la demolición del estadio de atletismo, la pileta central, el parque acuático y otras reliquias del estadio en el que 200.000 personas vieron caer 1-2 a Brasil en la final mundialista de 1950.

Este hincha del Vasco da Gama es un convencido de que "a los organizadores del Mundial se les fue la mano por demorar los trabajos, ya que la misma Fifa reconoció que se hicieron varias cosas innecesarias", lo que ha generado la protesta de deportistas olímpicos, como Joaquim Cruz, Torben Grael y de la torcida, ya que, además de los sobrecostos, el consorcio constructor explotará el escenario pagando apenas 700.000 reales al año (350.000 dólares).

Jorge admite que en esta transformación "el Maracaná quedó lindo e impresiona con su modernismo, especialmente con el nuevo techo en fibra de vidrio y la subida, unos metros, del césped para permitir mayor visión, pero no evoca la gloria ni las gestas protagonizadas por Brasil, Flamengo y Fluminense".

Extrañan muchas cosas
Palcos, camerinos, zonas de acceso, silletería, cambio de gramilla, dos torres para 2.000 parqueaderos, reforzamiento de estructuras, bancos técnicos, ascensores, restaurantes y decorados similares a los de Corea del Sur y Japón-2002 le cambiaron la cara al Maracaná que será reinaugurado el 2 de junio con el partido entre las selecciones de Brasil e Inglaterra y será sede de la Copa de Confederaciones entre junio 15 y 30 de este año.

Lúcio Castro sabe que la cifra de 37 torneos internacionales que registra hoy el estadio aumentará, pero eso no le quitará la tristeza que lo invade desde que se inició, hace tres años, la transformación que tiene pendiente la parte externa.

"Mataron el Maracaná, el lugar donde podían estar juntos los pobres con los ricos. Fue un sacrilegio lo que le hicieron a este símbolo del país ya que terminaron con todos los lugares sagrados que tenía adentro y en sus alrededores", resaltó Lúcio.

El ministro de Deportes, Aldo Rabelo, le entregó ya a la Fifa la primera parte de la obra.

"La familia del fútbol local está alterada, porque el modernismo no puede atentar contra los símbolos y eso no lo tuvieron en cuenta a la hora de hacer tantas reformas que afectaron nuestro templo sagrado", reafirma Castro, quien además extraña el túnel de acceso a la cancha, la amplitud de las gradas, la interacción con otros deportes como atletismo y natación, los espacios para bailar samba, los lugares que hacían recordar a las leyendas de la ciudad, la imponencia y la majestuosidad.

Para acabar de ajustar, el templo del fútbol de Río ya no es el más grande del mundo, porque de las 200.000 personas que vieron la final Brasil-Uruguay de 1950 y las 194.603 que estuvieron en la disputa del título entre Flamengo y Fluminense en 1963 solo queda el recuerdo. Hoy, la capacidad del escenario es de 78.838 sillas, justo el aforo para quienes vayan a los partidos que se tendrán allí con motivo del Mundial del próximo año.

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